De "El blog de Cordura" una reflexión sobre el 11S y sus consecuencias mundiales.
ReThink911
 aboga por que al fin todo el mundo conozca la verdad sobre los 
macroatentados de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono 
estadounidenses. Que llegue a ser de dominio público, por ejemplo, el 
que una tercera torre del WTC neoyorquino cayó en aquel
 día fatídico sin recibir el impacto de avión alguno. Y que se comprenda
 el verdadero propósito de esos bárbaros ataques en el marco del 
programa imperial de dominación del planeta.
Con tal fin, ReThink911 tiene 
prevista una masiva campaña publicitaria para septiembre del presente 
año en muchas de las grandes ciudades del mundo. Se trata de hacer al 
fin visible para todos la crítica a la versión oficial. Calles, 
carreteras, metro, autobuses…, en todas partes está previsto que luzcan 
carteles y pegatinas proclamando la verdad. Todo aquel que comprenda la 
importancia del asunto hará bien colaborando en la difusión y 
financiación de esta campaña. Se ha de recaudar lo necesario para materializar el proyecto. Aquí nos proponemos recordar brevemente por qué merece la pena.
Consecuencias del 11-S
Para comprender lo necesario que 
es conocer la verdad del 11-S, resulta de gran ayuda recordar sus 
terribles efectos históricos. He aquí los más relevantes:
–Guerras de agresión imperialista:
 Con la excusa de castigar a los responsables de los atentados, ya en 
2001 se procedió a invadir ilegalmente Afganistán, país que sigue siendo
 metódicamente destrozado en nuestros días. Irak, Libia y Siria son 
otros tres países destruidos por el Sistema-Imperio (S-I), que en estos 
casos siempre invoca en mayor o menor grado relaciones de sus gobiernos 
con el “terrorismo”, sin duda en la estela del 11-S (como ya sabemos, 
otra víctima señalada por el S-I es Irán). Buena parte de las condenas 
morales de Núremberg tras el fin de la Segunda Guerra Mundial son ya 
papel mojado. Tanto las guerras de agresión y rapiña como las guerras 
“preventivas” y otros crímenes contra la humanidad se practican hoy en 
día con el mayor desparpajo. Lejos de recibir castigo alguno, sus 
responsables se autopremian con el Nobel de la Paz (recuérdese quiénes lo recibieron en 2009 y 2011).
–Brutales atentados adicionales:
 Con el objeto de mantener viva la llama inicial, la del 11-S, de 
entonces acá se han venido sucediendo extrañísimos atentados, o no menos
 llamativos amagos, en diversos lugares, destacando por su repercusión 
mediática los acaecidos en países occidentales. Madrid, Londres, 
Toulouse, Nueva York, Boston... han sido escenarios de casos más o menos
 masivos y sangrientos, en los que siempre han aparecido curiosas 
conexiones policiales o con los servicios secretos internos o las 
principales agencias internacionales de “seguridad”.
–Severos recortes de las libertades:
 En Estados Unidos, las leyes PATRIOT, NDAA, Comisiones Militares, entre
 otras, han restringido derechos ciudadanos básicos que antes se 
consideraban intocables. No importa que atenten contra la Constitución, 
pues cuentan con la connivencia de todos los poderes del estado. 
Principios como la presunción de inocencia o el hábeas corpus son 
sistemáticamente pisoteados ante la pasividad de la mayoría. A otra 
escala, pero siempre creciente, normas de ese tipo se vienen aplicando 
también en muchos otros países, incluidos los controles que en los 
aeropuertos nos tratan a todos como a presuntos terroristas.
–Tortura y campos de concentración:
 Guantánamo, las cárceles de la CIA, prisiones en países conquistados 
por el Imperio… son recintos donde se practica secretamente todo tipo de
 horrores contra seres humanos, que además en la mayor parte de los 
casos no han sido objeto de nada que se asemeje a un juicio justo. 
Cuando estos gigantescos atropellos a los derechos humanos salen a la 
luz, la reacción dista mucho de involucrar un escándalo general.
–“Guerra contra el Terrorismo”:
 La etiqueta abarca otros puntos de esta lista (casi todos), pero alude 
en especial a la persecución sistemática de supuestos terroristas en 
cualquier parte del mundo. El protagonismo principal de estas 
operaciones corresponde a la CIA. En los últimos tiempos se han centrado
 en el empleo de aviones no tripulados. El Señor de los Drones, 
principal cabeza visible del S-I, ha justificado su uso tanto dentro 
como fuera del territorio estadounidense. Fruto de esta campaña han sido
 asesinados cientos de civiles, sobre todo en Pakistán, y ha arraigado 
en todo el mundo una angustia creciente.
–Espionaje masivo e impune a todo el mundo:
 Recientemente se ha confirmado lo que era un secreto a voces, relativo a
 la sistemática violación de la intimidad por parte de los servicios 
secretos estadounidenses y británicos (cuyos gobernantes son los 
principales responsables visibles de la presente guerra contra la 
humanidad). Con la complicidad de las grandes compañías tecnológicas, 
como Microsoft, Google, Facebook y Apple, millones y millones de correos
 electrónicos y llamadas telefónicas han quedado grabadas en gigantescas
 bases de datos del S-I que sin duda buscan tenernos a todos fichados. 
Cuando se entiende que la intimidad y la privacidad son partes 
esenciales de la dignidad humana, solo cabe concluir que vivimos ya en 
los albores de un estado totalitario.
–Pandemias artificiales:
 La llamada “gripe A” de 2009, como la aviar de unos años antes, fueron 
experimentos de control social con las más oscuras intenciones 
facilitados por el escenario post11-S, obsesionado por la seguridad y 
signado por una globalización crecientemente autoritaria. Destacado 
papel en ellos lo tuvo la OMS, esa agencia de la ONU (i.e., del S-I) que
 supuestamente se dedica a promover la salud en el mundo. Nadie debería 
descartar que, no tardando mucho, vuelvan a aterrorizarnos con una 
campaña similar, esta vez aún más sutil y con más éxito, salvo que 
estemos realmente preparados.
–Mayor confluencia de los 
grandes poderes planetarios en pos de unos mismos fines, sintetizables 
en la implantación de un Gobierno Mundial de carácter totalitario:
 Con el 11-S, con sus primeras secuelas (guerras contra Afganistán y 
contra Irak) y con la infusión de terror a escala global, los poderes 
terrenales consolidaron aún más sus lazos, que ya venían estrechándose 
desde el fin de la guerra fría. Su grado de cohesión es algo inédito en 
la historia de la humanidad. La gran banca, las grandes corporaciones, 
los responsables de las instituciones y organismos globales, los 
gobiernos de las principales potencias, el sionismo internacional y el 
Gran Tapado son todos ellos socios en la construcción del Nuevo Orden 
Mundial. Unos actúan más abiertamente, a otros su silencio los delata. 
–Sumisión al Poder Global de los “contrapoderes” y otros estamentos antes críticos en mayor o menor grado con aquel:
 Bien porque cayeron en las redes societarias de los grandes grupos 
económico-financieros, bien porque aceptaron el relato oficial sobre el 
11-S (y con él, las premisas para la destrucción general que ahora 
sufrimos), los medios de información convencionales y las ONG 
humanitarias más destacadas hoy son básicamente instrumentos del S-I. La
 prensa, antaño tenida como un poder social relevante en el control del 
Poder, hoy es su más poderosa avanzadilla, al asegurar una permanente 
desinformación de sus lectores y espectadores. Ese y no otro es el papel
 de medios tan poderosos como la BBC, la CNN, The New York Times, The Guardian o El País.
 Por su parte, organizaciones como Avaaz, Human Rights Watch o Amnistía 
Internacional han devenido meras agencias del S-I para legitimar en lo 
fundamental sus campañas bélicas dándoles un barniz “humanitario”.
–“Crisis económica”:
 Esencial para la sensación de caos e inseguridad colectiva que acabe 
demandando un Gobierno Mundial es la presente destrucción económica. El 
11-S también puso las bases de todo esto, con las ya citadas leyes 
liberticidas. Estas fueron pensadas en buena medida para reprimir a 
quienes protestasen contra las políticas antisociales emprendidas con el
 pretexto de la “crisis”, que es mucho más que una recesión cíclica del 
sistema capitalista. Sus metas son tanto destruir el estado del 
bienestar como minar las bases mismas del estado de derecho (cooperando 
en esto último con otras estrategias ya citadas).
–Creciente impunidad de los mayores criminales y de muchos de sus esbirros:
 Ya hemos visto que los crímenes contra la humanidad son incluso 
premiados. Además, está claro que la Elite del S-I ha puesto en marcha 
un plan de adaptación de nuestras mentes a lo que nos tienen preparado. 
Es un proceso gradual, aunque con periódicos acelerones, y 
busca que aceptemos sus designios con la mayor resignación posible, 
persuadiéndonos de que se trata de algo fatal e inexorable. Esa 
adaptación incluye dejarnos claro que hay dos varas de medir los delitos
 según que sus responsables pertenezcan o no al Poder (o a sus brazos 
organizados). De ahí la impunidad de que gozan en general, y salvo 
excepciones menores, los grandes responsables de la “crisis”, así como 
sus agentes policiales que reprimen salvajemente al pueblo que protesta 
contra ellos. El mensaje es evidente: “Que nadie se engañe, estamos 
resueltos a llegar hasta el final.”
–Progresiva asunción de una nueva y generalizada cultura de la “violencia justa”:
 Hemos mencionado ya la aceptación de la tortura y de las guerras 
(¿dónde quedó aquel aún reciente “No a la guerra”?). Todo esto ha 
acontecido, irónicamente, durante la Década que la ONU dedicó a la 
Cultura de la Paz y la No Violencia (2001-2010), detalle ante el que muy
 pocos se han mostrado escandalizados. Hoy parece darse por bueno que el
 S-I intervenga donde le plazca para arrasar ciudades (como ocurrió con 
Sirte, ciudad libia, a manos de la OTAN) o para asesinar personas sin 
juicio previo mediante drones u “operaciones especiales” (recordemos la 
que asesinó al pseudoBin Laden). Así, con la obsesión por la seguridad, 
los pueblos hemos permitido de un modo demasiado natural que el Poder 
reduzca no solo nuestra libertad, nuestra intimidad y la propia 
seguridad, sino también la paz.
–Miedo generalizado:
 A nivel de calle, no se habla mucho de él (quizá porque da miedo hablar
 del miedo), pero es un hecho. Prometieron que nos sentiríamos más 
seguros con las medidas tomadas tras el día fatídico, pero ha sido al 
contrario.
En suma, a lo que estamos 
asistiendo no es a una “Guerra contra el Terrorismo”, sino a una guerra 
de la ínfima minoría que detenta el poder planetario contra toda la humanidad para hacerla su esclava.
Con todos mis respetos por quienes sostienen distintas versiones sobre el 11S, e incluso admitiendo su veracidad, pero no creo que el poder globalmente establecido necesite coartadas ni pretextos para obrar como le venga en gana ni para infundir, como de hecho infunde, el terror. Hay quienes aún creen que el régimen imperante está limitado por cierta legalidad democrática, y que aunque esta sea escasa, es suficiente para limitar el poder de dicho régimen. Error. El régimen bajo cuyo dominio vivimos es un régimen totalitario y absolutista que no necesita permisos ni pretextos para arrasar países enteros como lo está haciendo.
ResponderEliminarNo sé qué motivos pretextó la colosal maquinaria represora para maniobrar, pero sí sé que maniobra, que estamos a su merced y que nos aplasta una y otra vez, eso es lo que importa y a eso es a lo que hay que hacer frente.
Salud!
Es que no te falta razón y por eso es aun más perverso, quieren que encima creamos que nos lo merecemos y les estemos agradecidos.
EliminarMira, el ejemplo claro lo tienes en descerebrados ultra-adoctrinados como el que hace este comentario respecto a los abusos en los aeropuertos: Comentario de las 19:44 en http://somosconocimiento.blogspot.com.es/
Y si el poder se ha conseguido consolidar de forma global es gracias a campañas propagandísticas de este calibre.
Salud.
Muy bueno el artículo al que haces referencia, reconforta constatar que aún hay gente cuyas neuronas no se rinden. A veces olvido -tal vez porque duele aceptarlo- que existe una mayoría silenciosa, pusilánime y atemorizada, esa de la que se nutre el Estado, que ratifica a sus propios verdugos cada cuatro años. Efectivamente, esas campañas surten efecto, pero no son puntuales, son continuas, vivimos y padecemos un incesante bombardeo de propaganda, descarada o subliminal.
Eliminar...Por lo cual yo hace unos años decidí dejar de ver la Tv, entre otras cosas.
EliminarEstamos de acuerdo en que se trata ya de un régimen totalitario. Pero, ojo, que ya antes necesitaron un Maine, un Pearl Harbor, un Tonkin... sobre los que hay, en el “peor” de los casos, sospechas compartidas por los historiadores serios. Recordemos que la Constitución estadounidense (ese papel que, desde el 11-S, ya no importa nada, pero antes sí) es antiimperialista, por raro que suene (fue redactada en reacción al imperialismo británico). Eso significa que, según ella, un gobierno de Estados Unidos, no puede atacar a otro alegremente, necesita buenas excusas ante su ciudadanía y su ordenamiento jurídico. (De ahí las bases de Núremberg, impuestas especialmente por Estados Unidos, con su condena de la “guerra preventiva”).
ResponderEliminarAdemás, el 11-S, con el shock mundial consiguiente (que en su día analizamos aquí: http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2008/4/13/torres-gemelas-quien-tiro- ), aportó una coartada para que el resto del mundo aceptase sin rechistar la invasión de Afganistán y después, aunque ya no tan fácilmente, las siguientes guerras para destrozar países. Pensemos además en la restricción de libertades que imponen sus gobiernos en la propia Norteamérica, invocando una y otra vez el 11-S y los posteriores actos de terror, o amagos de ídem (11-M, 7-J, Detroit, Times Square, Boston...), que tan bien han venido para reavivar la llama del 11-S.
Saludos cordiales.
Los ataques de bandera falsa son un clásico que yo también mencioné alguna vez, y creo que hay mucho más que "sospechas", de hecho la existencia de por ejemplo la red Gladio y otras tantas similares o proyectos como el MK-ultra, dejan muy por detrás a la ciencia ficción o a la imaginación más perversa.
EliminarSaludos.
Di-va-ga-cio-nes.
ResponderEliminar¿Sobre que? (¿o querías decir suposiciones?)
EliminarMe da igual las suposiciones que digas tu, Piedra. Yo he dicho divagaciones porque eso se desprende de este asunto desde el día que comenzó a rodar en la mayoría de las ocasiones.
ResponderEliminarSi bien es ya probado, y solo falta que lo confirme la administración norteamericana, que no fueron los aviones la culpa única del desmoronamiento de las torres neoyorkinas. Muchas preguntas sin responder a las que yo sumo una más que veo infinitamente recogida cada vez que este asunto se vuelve a comentar.
Mi pregunta es: ¿En manos de quienes estaban la mayoría de los kioskos y venta de prensa, en un radio de unos quinientos metros, de la Zona Cero?
Si tenemos en cuenta que, pasado el desastre, en menos de una semana esos establecimientos cambiaron de manos y desaparecieron todos los anteriores, ya hay motivos para tener frente a nosotros a los posibles culpables.
Todo esto está documentado en internet, más concretamente en Youtube, donde hay bastante gente entrevistada y documentada.
Siguiendo ese hilo tenemos otros posibles autores del 11M.
Concretando, es gerundio. Un saludo.
Pues ahora si que no lo entiendo.
Eliminar¿En manos de quien estaban? Aunque entiendo que eso da igual puesto que una cosa es la distribución y otra la producción, pero sigo sin entenderlo, (tampoco he podido encontrar por aquí respuesta, por eso te pregunto a ti).
¿Y cuales serían esos otros autores, según tu?
Concretar no has concretado mucho. :D
Saludos.
Concreté bastante Piedra. Ahora solo tienes que hacer la pregunta a Youtube. Es más, una pista: Mosad.
ResponderEliminarEl problema es que hay que elegir entre unos cuantos cientos de respuestas.
EliminarPero el que el Mosad esté implicado, no cambia mucho la cosa, es decir el que También esté implicado, de hecho se comenta que la mayoría de directivos (judios) no estaban en las torres cuando el impacto, ni siquiera la mayor parte de la gente que había normalmente, pensemos que "solo" murieron unos 3000 en una hora punta es que podría haber habido decenas de miles.
"También este implicado"
ResponderEliminar"la mayoría de los directivos"
Mejor:
"Es el autor" y "No estaban los directivos en las Torres"
Tira del hilo. Lo mismo en el 11M.
No creo que algo de esta magnitud se pudiera hacer sin la complicidad de quien iba a "sufrirlo", y a quien más ha interesado es a EEUU, pero es que en este mundo "globalizado", EEUU e Israel no existen como tales a ojos del dinero o el poder. El poder no tiene patria ni bandera y se vale de todos que a su vez están a su entera disposición.
EliminarEn el caso de sus vasallos, (España y compañía), están al servicio de los amos, y en el fondo sirven a los mismos intereses: el capital.
Complicidad claro que la hay, ya que sabiendo quienes fueron no hacen nada, ni para esclarecerlo ni para remediarlo. Mejor echar la culpa al talibán y seguir con la geoestrategia energética. Así de fácil.
ResponderEliminarMe da la sensación de que nunca sabremos toda la verdad a ciencia cierta, vamos, que no la reconocerán.
ResponderEliminarhttp://t.co/SjfVDoZ4hE
Lo contrario sería aun peor porque significaría que por fin habrían conseguido la pasividad total, pero me temo que llegará y que muchos lo entenderán como otro "mal necesario".
EliminarMuy buen artículo.
ResponderEliminarTodo parece formar parte de una siniestra partida de ajedrez que no comenzó en el 11S precisamente sino en el siglo XVIII. El 11S simplemente ha resultado ser uno de los últimos movimientos, el que inició la última de las guerras mundiales previstas.
El Mal hierve entre dos ríos, uno de ellos es el Nilo, el otro, el Eufrates. Sus aguas, putrefactas, han contaminado el planeta entero, a toda la humanidad. No nos queda otra que vomitar, expulsar sus hediondas doctrinas y valores.
¿Cuál será el siguiente movimiento?
Seguro que descubren algo peligrosísimo es Irán, o en Corea del Norte y nos tienen que salvar de ello.
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