11/1/10
El ateo incomprendido.
Toda sociedad precisa una serie de normas éticas y morales que marquen la conducta social de sus componentes. Históricamente esta labor es llevada a cabo a través de una serie de mandatos que se mezclan con unos componentes místicos conformando unas creencias sintetizadas en una doctrina religiosa.
¿Es necesaria pues la religión? Debido a nuestra naturaleza humana y por desgracia; Si, puesto que unas normas morales basadas unicamente en el respeto al prójimo y el bien común, nunca han logrado arraigar en el subconsciente colectivo, siendo necesaria la promesa de un futuro castigo en caso de no obedecer o de un placentero
mas allá si aceptamos lo estipulado por dichas normas. La creencia en seres sobrenaturales y todopoderosos motiva suficiente y si no, se recurre al miedo al castigo por contrariar los designios divinos.
Otra función de las religiones es responder las preguntas existenciales que todo ser humano puede llegarse ha hacer en cualquier momento o incluso liberar la conciencia de culpas y sentimientos que de otro modo pueden desencadenar traumas y problemas psicológicos.
Por otro lado, tenemos los inconvenientes de poseer un arma de control social y por tanto una golosa fuente de poder que al estar regida por seres humanos es susceptible a la corrupción en pos del propio beneficio o para favorecer la consecución del poder de ciertos elementos o la imposición de determinadas ideas ajenas a la propia doctrina religiosa que aseguren a una élite el mantenimiento del poder conseguido.
Es decir, toda religión, nace como una necesidad humana de responder unas preguntas sobre de donde venimos, a donde vamos o que hacemos aquí y ser a la vez una base para crear las normas éticas y morales básicas que nos permitan convivir en sociedad, pero suele terminar en las manos menos éticas y morales de individuos que solo persiguen con ella la consecución y conservación del poder.
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