21/11/20

El último hombre occidental.

El Nuevo Orden Mundial  es posible solo gracias a la tecnología y los avances que esta permite sobre el control y la manipulación de las masas.

Aquí uy video que ayuda a entender ( al que aun esté capacitado para ello) la forma en que se manipula a la sociedad y quien está implicado en ello. 

Vídeo, el último hombre occidental:

Pincha para ver el vídeo completo.




14/11/20

Critica al bozal.

 Copi-pega de aquí  sobre un tema de actualidad que parece pasar demasiado desapercibido para el peso que tendrá en la historia de la humanidad.


La Verdadera Función de las Mascarillas

Si empezamos a comportarnos como adultos y no como niños tontos de baba, reconoceremos que un trapo de algodón en la cara (que es lo que lleva gran parte de la población a modo de mascarilla) no puede evitar el contagio de un virus. Sentido común: ningún virus (ni el más grande) va a quedar atrapado en el filtro de una malla de tejido. ¿Para qué llevamos mascarillas? Buena pregunta. ¿Para protegernos de un virus? No me hagas reír, conspiranoico. ¿Para pagar un buen dinerillo a quienes las fabrican? En parte, pero seamos justos: la mayoría de los barbijos usados son de fabricación casera. ¿Para que el Estado recaude algunas perrillas, en el caso de España un 21%? Tampoco resulta desdeñable, sin duda, pero no es la verdadera función. Entonces, ¿Para qué llevamos mascarillas? Si quieres llegar a la finalidad de algo, primero pregúntate por la causa. ¿Por qué llevamos mascarillas? Esta pregunta tiene fácil respuesta: porque es obligatorio.


Es su obligatoriedad la causa estricta de que llevemos mascarilla. Si te vas a una zona rural sin control del Estado, ni fiscales ni agentes sanitarios… no verás mascarillas. Así de sencillo: llevamos mascarillas porque son obligatorias. Y aunque estos meapilas globalistas se crean muy listillos con su Nuevo Orden Mundial, lo cierto es que No hay nada nuevo bajo el sol, todo ya está inventado, y obligar a tapar la cara no resulta novedoso en absoluto. De hecho, se hizo varias veces en la Historia reciente. Veamos algunos de esos casos.


En la época imperial española y portuguesa, a través del comercio de seres humanos, apareció la figura del esclavo bozal. En el Siglo XVI y XVII este esclavo se diferenciaba del esclavo ladino en que se encontraba completamente desarraigado, desprovisto de cualquier manifestación de su propia cultura, analfabeto, impedido de expresarse. La cualidad humana del esclavo bozal se rebajaba al nivel de las bestias de carga, y era para eso que eran usados en las explotaciones auríferas de las Indias portuguesas. Cuando los negros bozales trabajaban en la mina, eran obligados a usar la Máscara de Flandres, una placa de metal que se ponía en la boca con la finalidad de diferenciar a los esclavos de los libres, delimitar las clases sociales dentro de la mina, y deshumanizar al negro. Esta medida se impuso hasta bien entrado el siglo XIX. De nuevo, la justificación oficial por parte del poder era el bien y la salud del esclavo. El señor esclavista argumentaba que la Máscara de Flandres era obligatoria para evitar que el trabajador comiera tierra que le produjese una infección gástrica. Otros esclavistas declaraban que con la Máscara de Flandres se evitaba que el esclavo bebiese aguardiente y se emborrachara en su jornada de trabajo. Y otros negreros decían que con la Máscara de Frandres evitaban que el esclavo bozal se tragase alguna pepita de oro con la ilusa esperanza de poder cagarla y venderla después. Lo cierto es que no importaban los absurdos pretextos de los negreros judeo-portugueses (los equivalentes en la época a los Ministros de Salud y Trabajo), pues todo el mundo sabía que esa máscara era para diferenciar a los esclavos de los libres, someter la voluntad de los primeros, y deshumanizarlos para poder optimizar su explotación. Si la cara es el espejo del alma, tapar la cara significa, si no desalmar, al menos obligar a mostrarse como desalmado.


Máscara de Flandres, grabado del S.XIX, Rio de Janeiro


La misma técnica se usó aún más recientemente en una reducida parte del mundo islámico: obligar a tapar la cara. Lo cierto es que no hay ningún pasaje del Corán que obligue a ocultar el rostro de las mujeres. Ni como obligación ni como recomendación: ninguna sura habla de ello. Y esto es así porque el origen del burqa en verdad no es islámico sino masónico. El surgimiento del burqa se dio en un periodo del emirato afgano relativamente modernizante, bajo el mandato de Habibullah Khan, un obediente esbirro del Imperio Británico e iniciado en la logia Lodge Concordia, Nro 3102, que fue útilmente asesinado por espías de sus amos al final de la Primera Guerra Mundial. Ese es el contexto del Burqa, el cual, de nuevo, se impone bajo pretexto de la protección, la salud y el bien de quien lo lleva: para protegerse de la arena del desierto, para protegerse del sol, para evitar agresiones de  estupradores… Ninguna de esas funciones era la que los tarados talibanes estaban pensando para decretarlo como obligatorio en Afganistán en 1996. No una recomendación sanitaria, no un consejo médico, sino una obligatoriedad impuesta por el poder político. Exactamente igual que nuestras mascarillas.


De los casos brasileño y afgano, se extrae el denominador común divisor de esta múltiple locura global de las mascarillas de la Covid-19. Tapar el rostro es útil para el poder. Tres funciones comunes en los tres casos:


1) Diferenciar a los esclavos (ciudadanos obligados a llevar mascarilla) de la élite que decreta su obligatoriedad y está exenta de su uso (señores esclavistas en el caso brasileño; políticos, periodistas, funcionarios de la ONU que no llevan mascarilla en el caso actual)


2) Manipular el comportamiento del esclavo a favor de los intereses del poder político. De esta manera, obligar a tapar el rostro resulta una potentísima técnica de ingeniería social. Reduce la conversación y la interacción, impacta en la forma de relacionarse con semejantes, la comunicación, el comportamiento sexual, los protocolos de educación y cortesía… toda la vida social se ve alterada.


3) Deshumanizar al esclavo con el fin de facilitar su sometimiento, que en última instancia será justificado con la protección o la salud del sometido. “Es por tu bien, anda, no te resistas.”


Resulta que esta mamarrachada del New World Order tiene muy poquito de 'new'. Todo esto es más viejo que el tebeo. ¿Para qué llevamos mascarillas? Para no contagiarnos los unos a los otros de coronavirus. Claro que sí, chaval.

 

Fuentes:

Jaime Pinsky, A Escravidão no Brasil, 2009

Willem Vogelsang, The Afghans, 2001