24/1/10

La Corporación


De las 100 mayores economías mundiales, 51 son corporaciones y sólo 49 son países. Los ingresos de las 200 primeras compañías equivalen al 27% del PBI mundial.

Dentro de los casos más actuales de injerencia corporativa, se encuentra el del ejército norteamericano.
Se sabe, por ejemplo, que una sola compañía, Global Risk, tiene a mil cien mercenarios rentados al mejor postor. EEUU convirtió a Irak en el campo de batalla de las Corporaciones Militares Privadas, con su particular ejército paralelo, nutridos por miles de ex militares de diferentes países.

También tenemos a los hombres de Vinnell, años de experiencia adiestrando a la Guardia Nacional de Arabia Saudí. Y a los expertos militares de DynCorp, curtidos en la lucha contra la guerrilla en Colombia, y beneficiados ahora por un contrato de 40 millones de dólares para preparar a la policía de Irak. Hace 12 años, sin ir más lejos, la proporción entre contratistas y soldados era de uno a cien. En Irak, ahora mismo, se estima que puede haber un 'contratista' por cada seis soldados.
Halliburton (empresa vinculada a Dick Cheney, vicepresidente de los Estados Unidos de Bush, acusada de instigar la invasión a Irak para realizar oscuros negocios), Brown & Root, DynCorp, Vinnel, AirScan, Raytheon, Sharp End International, Titan Corporation, Northrop Grumman, Sandline International,Lockheed Martin (quién adquirió a precio vil la base aeronáutica de estado argentino en la provincia de Córdoba, para desactivarla debido a sus avances tecnológicos) y muchas más distribuidas entre los ejércitos más importantes del mundo.




Hoy por hoy, al menos una tercera parte de las funciones del Ejército norteamericano, el más poderoso del mundo, está en manos privadas (incluido el mantenimiento y el manejo del Air Force One).

Revisando un poco el baúl de la historia nos encontramos con casos como el de IG-Farben, un conglomerado de compañías químicas alemanas fundado en 1925, que trabajo codo a codo con los Nazis, dentro del cual se aliaban AGFA, Cassella, BASF (¡?!), Bayer (¡?!), Farbwerke Hoechst (en la actualidad Sanofi-Aventis), Chemische Werke Hüls, Chemische Fabrik Kalle. IG Farben construyó una fábrica (llamada Planta química Buna) para producir hule sintético y hule (del carbón) en Auschwitz y fue la única compañía alemana con su propio campo de concentración, donde murieron al menos 30.000 personas, y muchos más fueron enviados a las cámaras de gas. Comenzaron a producir el gas Zyklon B, veneno que era comúnmente usado en la época para asesinar. Durante el Holocausto, este gas fue usado como agente letal en las cámaras de gas de los campos de exterminio.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, las naciones aliadas, ordenaron desmembrar el consorcio. Pero IG Farben no se terminó de disolver y se mantuvo gracias a sus posesiones en inmuebles. Algunos de aquellos acusados en este juicio se convirtieron en líderes de las compañías de post-guerra. Las principales empresas sucesoras de IG Farben en la actualidad son Bayer, BASF y Hoechst (ahora parte de Sanofi-Aventis), las que heredaron el total de las propiedades de IG Farben, pero no así las responsabilidades penales. En 1941, una investigación expuso un cartel entre la Standard Oil Co. y la I.G. Farben, al igual que con DuPont.

Si bien las críticas no pueden aplicarse a todas las compañías, en ciertos casos el panorama se torna aterrador. Uno de los casos más extremo tal vez sea el de la United Fruit, que desde sus oficinas centrales en Guatemala, instalaba dictadores en Centroamérica para asegurar su negocio de exportación de bananas a los Estados Unidos. Sus intereses comerciales abarcaban grandes extensiones de Centroamérica y el Caribe donde la empresa era conocida como Mamita Yunai, ("Yunay" es una deformación del término "United", nombre que demostraba la importancia de la empresa en la vida cotideana).
Diversas actuaciones ilegales han salpicado su historia, como en Colombia, en 1928, que ante las protestas de los trabajadores agrícolas demandando mejoras laborales, la compañía logró que las autoridades locales reprimiesen la manifestación a tiros, asesinando a muchísimos manifestantes. Es lo que se conoce como la Masacre de las Bananeras. También, Spruille Braden, embajador norteamericano en argentina y otras naciones latinoamericanas, conocido por su intervención durante las elecciones de 1946 apoyando a la formula contraria a la de Perón, percibió un sueldo como lobbista de la compañía, quién también desempeñó un papel relevante en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, preservando los intereses de la Standard Oil.
En 1969, la United Fruit fue comprada por Zapata Corporation, empresa relacionada con George H. W. Bush. La empresa cambió su nombre por Chiquita Brands y hasta el día de hoy opera bajo esta sigla. En 2007 Chiquita Brands enfrentó un juicio en Estados Unidos por haber financiado grupos de "autodefensa paramilitar" en Colombia que fueron responsables de la masacre de sindicalistas y campesinos; la compañía tuvo que pagar una multa a las autoridades de su país pero ahora las autoridades colombianas buscan cooperación de Estados Unidos para que extraditen a los funcionarios responsables de estos delitos y sean juzgados en el país.

Solo basta recordar los megafraudes contables de Enron, WorldCom, Parmalat y Vivendi. La ola de escándalos parecen dar la razón a lo que alguna vez dijera el escritor norteamericano Ambrose Bierce: “Una corporación es un ingenioso instrumento para obtener beneficios individuales sin responsabilidad individual”.
Pero hay algo que resuena aún más en la mente de quien escribe este post, y es que a medida que uno indaga, lo que parecían ser 20 corporaciones, son solo una, y donde parecía haber políticos hay empresarios.
Las corporaciones se entrelazan, aparecen y desaparecen, usan fachadas, e intervienen en cada aspecto relevante del mundo actual, con un sigiloso comportamiento.
Lejos de un estado totalitario a lo 1984, un escenario plagado de corporaciones actuando bajo concesiones y privatizaciones, provistas y tuteladas sospechosamente por un estado títere inexistente, se torna más probable.
La sutilesa del lema que corona a Lockheed Martin Aircraft, quién logro un suculento monto a cambio de la devolución de una base al estado argentino, parece decirlo todo, “Lockheed Martin, We never forgot who we’re working for”.

2 comentarios:

  1. agradezco el reconocimiento y los elogios, suerte!!! te recomiendio revisar el ultimo post de la pizarra de yuri, muy interesante, veo que lo tenes como blog frecuente, saludos

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  2. Frecuente y frecuentado.

    En cuanto al articulillo, estaba buscando información para escribirlo y me has ahorrado la faena (bendito corta y pega). :)

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