España, la otrora eterna vigía espiritual de occidente, que se vio primero sumida en un patético intento de laicismo para ahora verse convertida en la avanzadilla del integrismo musulmán disfrazado de tolerancia cultural y modernismo mal entendido, sufre a diario escenas que harían revolverse al Cid y al propio JesuCristo en sus tumbas.
Se nos presentan ante la mirada despreocupada de los miles de nuevos españoles del ultramar que inundan nuestros servicios sociales y demás hijos del hambre, una serie de barbaridades que no por habituales, dejan de ser alarmantes. La mas reciente, que no la peor, ha sido las amenazas sufridas por una discoteca murciana, acusada de herejía por usar el nombre de "La Meca" y tener entre su decoración algunos símbolos pertenecientes a la cultura musulmana.
El Iman de Murcia fue personalmente a revisar que símbolos podían permitir que fuesen mantenidos y cuales debían ser retirados por tratarse de una ofensa a Dios en persona, con el que dijo tener muy buena y estrecha relación.
Ante toda esta pantomima absurda y lamentable en la que la sombra de la edad media colea de nuevo sobre nuestras hastiadas cabezas, mas preocupadas por encontrar un trabajo miserable con el que conseguir llegar a fin de mes, en lugar de defendernos de la incultura que nos llega y nos invade, solo podemos sentir miedo. Miedo por saber que nadie hace, ni hará lo mas mínimo por defender el sentido común y la tolerancia real y que todo el que lo pretenda será tachado de racista, fascista, y multitud de mas "istas" por unos señores que nos quieren imponer sus ideas y su modo de entender y que desprecian a los que no pertenecen a su credo o no nacieron en su lejano país de origen, abandonado por la miseria reinante fruto de su propia incultura y dejadez ante la corrupción institucionalizada.
La discoteca en cuestión se ha visto obligada a cambiar su nombre y a retirar varios adornos.
Otro caso similar se presenta al ser criticado el imbécil de Rajoi por visitar una ciudad Española: Melilla, que por lo visto al ser un pretendido feudo Marroquí, se interpreta como una provocación que un dirigente político español vaya a hacerse la foto, mucho mas si es de corte fachosoide.
Creo que se trata de un claro caso de coacción y que atenta contra las libertades de los ciudadanos. Me pregunto si no hay en nuestro ordenamiento jurídico ningún delito que permita parar los pies a esta peña. En caso de que no lo haya, entonces la pregunta es a qué esperan los políticos para contemplarlo en el código penal.
ResponderEliminarTengo que decir que a mí me parecería estupendo que el estado fuese laico. Me fastidia sobremanera que mis impuestos se dediquen a subvencionar confesiones religiosas y más con la que está cayendo.
Atenta contra la libertad, contra el sentido común y contra el laicismo de un estado soberano sometido al capricho de unos pocos recién instalados que tratan de imponer su fanatismo.
ResponderEliminarConsecuencias, la extrema derecha se frota las manos, el pastel se está cocinando.
Aquí el único problema que yo veo es la falta del reparto económico equitativo, lo demás son milongas para marear y bailar la perdiz.
ResponderEliminarSalud (para los pobres que los ricos pueden agarsela).
belijerez: No termino de ver que tiene que ver el reparto económico con el fanatismo religioso. Los ricos también pueden ser fanáticos, mira el Osama
ResponderEliminarEn eso coincido, no es cuestión de pobreza, unicamente, sino de incultura y de intolerancia y a la vez de permisividad por parte de nuestras autoridades que deberían defendernos, con NUESTRA constitución en la mano, de esos ataques a NUESTRO modelo de sociedad y a nuestra libertad de expresión y de credo.
ResponderEliminarEstas son las cosas absurdas que generan odios raciales y rechazo a determinados colectivos fanáticos, que terminan degenerando en un odio mediatizado y dirigido políticamente hacia poblaciones mucho mayores que para nada son culpables de estas animaladas, pero siempre pagan justos por pecadores y ahí si que es cuando los pobres lo sufren, por que son los que terminan llevándose los palos.