¿Alguien se sorprende de que el ejercito torture a "terroristas enemigos"?
¿En que país vivimos, a que piensan entonces que se dedican los militares?, a asesinar, violar, torturar, robar...
Hay una larga tradición en ¡ESPAÑA! en esto de las torturas desde la inquisición: las escuelas, comisarías y cuartelillos, y por supuesto las cárceles.
Hagamos un poco de historia, esa que nadie recuerda, porque los medios oficiales procuran entretenernos con cosas mucho más importantes como la prima de riesgo o la hazaña de algún famosete de turno que mata a alguien conduciendo borracho.
Agustín Rueda, torturado y muerto en la cárcel de Carabanchel
El
14 de marzo de 1978 falleció e en la prisión de Carabanchel el recluso
anarquista Agustín Rueda, tras haber sido torturado por varios
funcionarios
El 14 de marzo de 1978 falleció e en la
prisión de Carabanchel el recluso anarquista Agustín Rueda, tras haber
sido torturado por varios funcionarios, que le interrogaban en relación
con un túnel que acababa de ser descubierto en las dependencias de la
cárcel. Los médicos del centro penitenciario, José María Barigow y José
Luis Casas García, eludieron prestar asistencia médica al preso. Para
averiguar quiénes eran los responsables de la excavación se produjeron
torturas y palizas en la que quince funcionarios se turnaron para
golpear a los presos sospechosos, con puños, pies, porras y objetos
metálicos.
Los reclusos salían de aquellas sesiones de tortura con desigual suerte. Algunos, con lesiones serias en cabeza, tórax y extremidades, de las que tardaron en curar hasta treinta días. Tras los interrogatorios eran llevados a rastras hasta sus celdas, donde permanecían sin asistencia médica. Con Agustín Rueda se cebaron y el joven no pudo resistir el salvaje castigo. El informe de la autopsia pondría de manifiesto cómo “las lesiones fueron producidas por un grupo de agresores” que emplearon “objeto contundente alargado, de tipo blando, como puede ser la porra o el vergajo, y objeto duro, de menor tamaño”. “Se puede afirmar –decía el informe- que no es posible, salvo especial destreza, ocasionar tantas lesiones externas respetando la estructuras óseas subyacentes”.
Diez años después de la muerte del recluso anarquista, la Audiencia Provincial de Madrid consideró que el apaleamiento de Agustín Rueda era “un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte”. Se condenó a 10 años de cárcel a Eduardo Cantos, director de Carabanchel cuando se produjeron los hechos, al subdirector Antonio Rubio y a cinco funcionarios más. Otros tres encausados fueron condenados a ocho, siete y seis años, respectivamente. Y a dos años de cárcel los médicos José Luis Casas y José María Barigow, que ocultaron el grave estado de Agustín Rueda tras la paliza. De todos ellos, ninguno llegó a permanecer ni ocho meses en prisión.
Los reclusos salían de aquellas sesiones de tortura con desigual suerte. Algunos, con lesiones serias en cabeza, tórax y extremidades, de las que tardaron en curar hasta treinta días. Tras los interrogatorios eran llevados a rastras hasta sus celdas, donde permanecían sin asistencia médica. Con Agustín Rueda se cebaron y el joven no pudo resistir el salvaje castigo. El informe de la autopsia pondría de manifiesto cómo “las lesiones fueron producidas por un grupo de agresores” que emplearon “objeto contundente alargado, de tipo blando, como puede ser la porra o el vergajo, y objeto duro, de menor tamaño”. “Se puede afirmar –decía el informe- que no es posible, salvo especial destreza, ocasionar tantas lesiones externas respetando la estructuras óseas subyacentes”.
Diez años después de la muerte del recluso anarquista, la Audiencia Provincial de Madrid consideró que el apaleamiento de Agustín Rueda era “un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte”. Se condenó a 10 años de cárcel a Eduardo Cantos, director de Carabanchel cuando se produjeron los hechos, al subdirector Antonio Rubio y a cinco funcionarios más. Otros tres encausados fueron condenados a ocho, siete y seis años, respectivamente. Y a dos años de cárcel los médicos José Luis Casas y José María Barigow, que ocultaron el grave estado de Agustín Rueda tras la paliza. De todos ellos, ninguno llegó a permanecer ni ocho meses en prisión.
Hola
ResponderEliminarLa historia continuara así por mucho tiempo más, pues esta es la dictadura en la que vivimos. (Aunque algunos soñadores como yo, nos consideremos libres)
Ellos, los que dominan con poder siempre tendrán soluciones favorables ante cualquier injusticia que cometan, tan simple como comprender que son los que ponen las normas y las leyes. Cuanto más alto, más corrupto.
Es indescriptible lo que se puede llegar a sentir mientras ves a un Hijo de no sé qué. Defenderse en la televisión sobre el adiestramiento de sus subordinados tras el escándalo de esas torturas.
Mi opinión y mi saludo.
Cuidado compañero, el problema de considerarse libre es el no ser conscientes de la propia esclavitud.
EliminarSaludos.
No tenía ni idea, algo, por otra parte, lógico teniendo en cuenta que la servidumbre mediática es, en general, fiel y leal a su queridérrimo amo. Me lo llevo al "caralibro", pues no quieroe para los demás, el desconocimiento que atesora un servidor.
ResponderEliminarPues gracias de nuevo por darle más publicidad, que en estos casos toda es poca.
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