Copi-pega magistral sobre una de las mentiras más difundidas por los gobiernos de izquierdas, los principales creadores de multinacionales.
Cada vez está más extendida la imagen de que la globalización, con
sucesivas desregulaciones, privatizaciones y liberalizaciones, ha
acabado con el Estado y ha logrado así imponer una economía y unos
mercados mundializados que tienen el control de todos los países. Nos
encontraríamos, según esta idea, ante una dictadura mundial de los
mercados financieros y de las empresas multinacionales comandada por una
elite de banqueros internacionales. Esto habría dado lugar a una
economía fuera de control en la que empresas y capitales imponen
unilateralmente sus intereses al conjunto de la sociedad, y donde los
Estados, tremendamente debilitados, sólo son un apéndice de dichos
poderes económicos internacionales. La conclusión lógica que se deriva
de todo esto es que el enemigo principal es la empresa transnacional y
la banca al operar sin ningún control, lo que convierte al Estado en un
aliado para, a través de la elaboración de leyes, meter en cintura a
dichos poderes supranacionales.
Sin embargo, los hechos desmienten la imagen anterior y nos muestran una realidad bien distinta. En la actualidad el mayor poder económico es el Estado. Prueba de ello es que los Estados de capitalismo avanzado acaparan una media del 50% del PIB de sus respectivas economías. Así, el Estado español se apropia de un 44% del PIB, mientras que países como EE.UU. o los escandinavos se quedan con más del 70%. Además de esto el mayor empleador es el Estado como así lo demuestran los más de 3 millones de asalariados que tiene a su cargo el Estado español, lo que supone el 25% de la población activa, mientras que la empresa del capitalismo privado con mayor número de asalariados es El Corte Inglés con 120.000. Por otra parte el porcentaje del PIB que no domina el Estado está repartido entre miles de entidades financieras y empresariales de diferente tamaño, así como entre asalariados, lo que contrasta claramente con el 44% del Estado que cada año crece en torno al 1%, de manera que su poder no para de aumentar.
La economía, lejos de estar fuera de cualquier control está fuertemente regulada por la legislación del Estado, además de controlada y dirigida a través de su política fiscal. En el caso español existe una doble tributación, por un lado el IRPF y por otro las cotizaciones a la Seguridad Social, que constituye el grueso de los ingresos con los que el Estado financia sus instrumentos de dominación. Pero a ello hay que añadir los innumerables impuestos indirectos, como el IVA, las diferentes tasas y las sanciones económicas. Para extraer estos recursos el Estado cuenta con una inmensa burocracia que se encarga de supervisar el cumplimiento de la legislación fiscal, como ocurre, por ejemplo, con la Agencia Tributaria que dispone de un colosal cuerpo de inspectores distribuido por innumerables direcciones y subdirecciones generales.
Por otro lado el mercado está lejos de ser una realidad autorregulada y fuera de cualquier control al estar sometida a la supervisión, inspección y dirección de diferentes organismos estatales. En el caso español nos encontramos con la Comisión Nacional del Mercado de Valores que inspecciona y supervisa el mercado bursátil español. O la Comisión Nacional de la Competencia, creada por el franquismo en 1963, que controla todos los mercados en materia de fusiones, agrupaciones, cesiones de cartera, transformaciones, escisiones y otras operaciones entre empresas. Pero también está la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones que supervisa y controla todas las actividades de las aseguradoras, negocio que representa el 5,6% del PIB que, tras la aprobación del decreto ley 4/2013, pueden conceder créditos a empresas e invertir en fondos de capital de riesgo lo que ha significado la ampliación del sector financiero.
A nivel internacional la situación no varía mucho en la medida en que el mercado como tal no está fuera del control de los Estados, pues las transacciones comerciales y financieras que desarrolla el capitalismo privado dependen en lo esencial de las condiciones establecidas en los acuerdos alcanzados por los diferentes gobiernos. Frente a la imagen de una economía y unos mercados mundialmente integrados en los que bancos y transnacionales operan a su libre albedrío, sin restricciones de ningún tipo, los hechos demuestran una realidad bien distinta. Prueba de esto es que el comercio internacional en la actualidad es similar al que existía en 1910. Más aún, en 1900 las exportaciones constituían una media del 20,5% del PIB de las economías industriales,[1] lo que no se aleja mucho del 23,7% de media de los países de la OCDE en 2009.[2] Por otro lado hay que señalar que en 1991 el 81% de los capitales de inversión extranjera directa se situaron en países del norte como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Canadá.[3] La concentración de las inversiones en estos países y su progresiva disminución cuestiona la idea de una economía realmente globalizada y liberalizada. No hay más que comprobar que las exportaciones de EE.UU., Japón y UE representan el 12% ó menos del PIB.[4] Nos encontramos, entonces, con que las economías nacionales no están atravesadas por flujos transnacionales que las vinculen con una economía mundial integrada, lo que se debe fundamentalmente a la presencia de los Estados y sus respectivas legislaciones que impiden que las empresas multinacionales y los bancos operen tan libremente como se piensa. En el caso español es el Tesoro Público la institución que se encarga de elaborar y tramitar todas las disposiciones relativas a las entidades financieras y de crédito, a los mercados de valores, a los sistemas e instrumentos de pago, al régimen de sociedades cotizadas, y a los movimientos de capitales y transacciones económicas con el exterior. Esto explica que los mercados financieros, a pesar del alto grado de interconexión que han facilitado las tecnologías, estén tan integrados como lo estaban en 1900.[5]
Otro de los mitos que ha arraigado en el imaginario colectivo es el de las empresas multinacionales como entes globales que operan al margen y por encima de los Estados.[6] Sin embargo, el hecho de que estas empresas operen a través de las fronteras de distintos Estados no quiere decir que todos ellos tengan la misma importancia para las corporaciones, ni tampoco que carezcan de un centro de gravedad geográfico. Así pues, un estudio de las 100 más grandes corporaciones concluye que ninguna de ellas puede considerarse realmente global. Por el contrario acostumbran a estar más vinculadas a su lugar de origen donde desarrollan lo más importante de su actividad: gestión, investigación y desarrollo, ubicación de los principales activos, control, dirección, etc. Sirva como ejemplo que las multinacionales alemanas y japonesas desarrollan menos del 50% de sus actividades en el exterior. A esto hay que sumar que los Estados con un PIB elevado tienden a centrar su actividad económica dentro de sus fronteras, y con ello a producir bienes y servicios para su propio consumo. Más del 90% de la producción de las economías industrializadas está dirigida al mercado doméstico. De hecho los sectores económicos que apenas tienen relación con el comercio internacional son los que emplean a la mayor parte de la población. Todo esto demuestra que las empresas multinacionales son realmente empresas nacionales que operan a nivel internacional,[7] y que en última instancia constituyen una creación del Estado bien por medio de la privatización de empresas estatales, o bien con concesiones monopolistas. En España las principales empresas multinacionales fueron una creación del Estado a la sombra del cual crecieron, los casos más significativos son Ferrovial y el grupo ACS con las obras públicas de infraestructura, pero también El Corte Inglés o Inditex con contratos millonarios para vestir al ejército y a los cuerpos represivos. Pero también están las privatizaciones de Repsol, Telefónica y tantas otras empresas estatales que a día de hoy son multinacionales de gran envergadura.
Los hechos demuestran que la formación de empresas multinacionales sólo es posible con el apoyo de los gobiernos, gracias a los que consiguen una posición de privilegio con la que alcanzan una ventaja competitiva en el mercado interior y exterior. El Estado, para dotarse de la capacidad económica necesaria para el logro de sus intereses en la esfera internacional, favorece la creación de monopolios a nivel interno que posteriormente apoya directamente en su implantación en el exterior. Para esto último el Estado dispone de sus propias instituciones que en el caso español son el Instituto de Comercio Exterior y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo, dependientes del Ministerio de Economía, cuya principal labor es facilitar la penetración de las empresas españolas en los mercados internacionales. Esto ha dado lugar a la formación de una estructura económica internacional en la que las presiones exteriores están determinadas por la esfera doméstica de cada Estado, y por tanto por sus propias capacidades económicas, al mismo tiempo que el efecto de dichas presiones varía en función de la fortaleza de las instituciones de cada país. En un contexto de rivalidad entre Estados las empresas multinacionales son un instrumento para la adquisición de recursos en el exterior, pero sobre todo para la proyección del poder del Estado allende sus fronteras.
También está muy extendida la idea de que el sector financiero está completamente globalizado, y que por tanto escapa a cualquier tipo de regulación y de control estatal. Nada de esto es cierto en la medida en que a día de hoy, a causa de la crisis, los principales bancos han sido nacionalizados y son propiedad estatal. Este es el caso de los principales bancos americanos, pero también de los alemanes y españoles. Asimismo, es relativamente frecuente la existencia de entidades de crédito estatales como ocurre en España con las cajas de ahorro, así como organismos autónomos que se ocupan de financiar y obtener participaciones en infinidad de empresas del capitalismo privado. Esto es lo que ocurre con el Instituto de Crédito Oficial, agencia financiera creada por el franquismo en 1971, que opera como banco estatal.
Asimismo, la percepción de que la banca es la que controla los Estados al prestarles dinero es engañosa. La principal fuente de ingresos son los impuestos, pues como ya apuntó en su momento Norbert Elias el Estado se caracteriza por detentar el monopolio de la tributación y el de la violencia, de forma que ninguno de ellos tiene preeminencia sobre el otro en la medida en que se sostienen mutuamente.[8] La banca se limita a unir el monopolio militar al monopolio fiscal. Su función es adelantar dinero al Estado en espera de la contribución que él mismo recauda, lo que le permite separar el ritmo de sus gastos del cobro de tributos y gastar adelantándose a sus ingresos. La necesidad del Estado de conseguir préstamos con rapidez se debe a que hace más fácil costear la acción bélica. De esta forma la rapidez en la consecución de préstamos permite al Estado movilizarse con mayor celeridad que sus enemigos en caso de guerra.[9] Nada de esto evita que a largo plazo el Estado requiera alguna forma de tributación con la que costear los crecientes gastos que implica el mantenimiento de una fuerza militar permanente. La importancia de la banca ha aumentado en la misma medida en que los medios para preparar y hacer la guerra se han encarecido, de forma que la deuda contraída por el Estado está contratada con entidades financieras que en ocasiones dependen en lo esencial de otros Estados. Esto demuestra que los bancos son, en definitiva, un instrumento de poder de los Estados para la consecución de sus intereses en la esfera internacional, y por tanto un mecanismo de control y dominación sobre otros países además de una herramienta para financiar sus gastos para la guerra.
El sector financiero, a diferencia de lo que habitualmente se cree, está sometido a un importante control estatal a través de los bancos centrales, entidades que tienen un estatuto difícil de establecer con precisión pero que juegan un papel estratégico. Entre sus principales funciones está el diseño de la política financiera del Estado, la emisión de dinero fiduciario y el desempeño de labores de inspección, dirección y control de las entidades de crédito que operan en su jurisdicción. Juntamente con esto realizan las operaciones de cambio de divisas, además de gestionar las reservas oficiales lo que les confiere un poder decisivo dentro del sistema financiero nacional e internacional. Todo esto desmiente la idea de que los bancos operan libremente por encima de los Estados.
Por otra parte las privatizaciones de servicios que con anterioridad estaban a cargo exclusivo del Estado se ha considerado un debilitamiento del mismo, y a su vez uno de los rasgos definitorios de la globalización que pondría de manifiesto la integración de las economías y mercados nacionales en una realidad económica mundial dominada por multinacionales y bancos internacionales. Sin embargo, los hechos demuestran que las privatizaciones lejos de debilitar al Estado lo refuerzan en la medida en que obtiene ingresos de la venta de las empresas privatizadas, pero también los consigue de la actividad económica que desarrollan. Juntamente con esto las privatizaciones en determinadas áreas permiten al Estado deshacerse de una carga, pues es sabido que en muchos casos las empresas del capitalismo privado son más eficientes. Al mismo tiempo el Estado, a través de concesiones monopolísticas contribuye a crear grandes empresas que obtienen suculentos beneficios de los que el ente estatal extrae ingresos. Nada de esto significa que las empresas pasen a desempeñar funciones de gobierno, algo que permanece en manos del Estado al conservar su capacidad de imponer leyes y de asegurar su cumplimiento gracias al monopolio de la violencia. De este modo el Estado no sólo sirve al capital, sino que el capital sirve al Estado y, a su vez, el Estado se sirve del capital para el logro de sus fines.
La globalización plantea un debilitamiento del Estado en todos los sentidos, pero los hechos demuestran una realidad que contradice dicho discurso. Este supuesto adelgazamiento del Estado no se ve reflejado en un descenso, por ejemplo, del número de asalariados a su cargo. Prueba de esto es la innumerable cantidad de empresas, quizá más de 4.000, en las que la totalidad o la mayor parte de su capital es de titularidad del Estado español, ya sea a través de sus comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones, etc. El capitalismo estatal no juega en absoluto un papel marginal en la economía, y prueba de ello es la existencia de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), con presencia en sectores estratégicos como el militar o el de la información. Cuenta con una plantilla total de más de 80.000 trabajadores, y tiene participaciones directas minoritarias en 8 empresas e indirectas en más de 100 en sectores como el aeroespacial, las telecomunicaciones, la energía, etc. Tampoco son nada desdeñables las cuantiosas subvenciones que reciben multitud de empresas del capitalismo privado, lo que indirectamente las convierte en una herramienta del poder económico del Estado. Así pues, la idea de la existencia de unos poderes económicos y financieros de carácter transnacional que controlan los países queda claramente refutada por la irrebatible fuerza de los hechos.
Lejos de que la globalización sea un proceso verdaderamente mundial nos encontramos con que algunas partes del mundo han quedado excluidas: casi todo África, Sudamérica, Rusia, o todo Oriente Medio salvo Israel. Por tanto la globalización es un proceso limitado al hemisferio norte, y más concretamente a las economías centrales del capitalismo avanzado en las que se desarrolla la mayor parte de las inversiones exteriores directas, el comercio y los flujos de capitales. Un mundo realmente globalizado, y por ello integrado, significaría que los mercados y los poderes económicos en general desempeñan las funciones de gobierno, algo que no ocurre. Por su parte las organizaciones supranacionales sólo son fruto de la política de los Estados y no de los mercados. Son los gobiernos los que han dado origen a instituciones como el FMI, el BM, la UE, la OCDE, la OMC, etc. La cesión de parcelas de soberanía a algunas de estas organizaciones únicamente significa un modo diferente que tienen los Estados de participar en procesos decisorios en los que de otra manera no podrían intervenir. En última instancia estas organizaciones responden en su funcionamiento interno a los acuerdos y reglas fijadas por los propios Estados miembros, por lo que en ningún caso nos encontramos ante instituciones que desempeñen la función de un gobierno. Más bien reproducen la relación de fuerzas que existe en el sistema internacional de Estados, por lo que sus reglas y sus decisiones obedecen en su mayor parte a los intereses de la potencia o potencias dominantes.
La globalización no es tan global como se cree. Lejos de ser una realidad que abarca al conjunto del planeta es más bien un proyecto político occidental, y más concretamente la expresión de voluntad de poder del imperialismo estadounidense para la extensión de su poder al resto del mundo. La globalización resulta ser, entonces, una vía alternativa al uso de la fuerza militar para el logro de las ambiciones imperiales de aquella potencia a través de la penetración económica, financiera, empresarial, diplomática y cultural. No existen unos mercados y unas economías mundialmente integradas si no es de una manera parcial y limitada en algunas regiones del planeta, de forma que los poderes económicos no han llegado a desempeñar funciones de gobierno que todavía monopolizan los Estados. Los controles y regulaciones estatales son la regla general en la economía internacional lo que impide la formación de un mercado y una economía mundial. Tampoco puede hablarse de empresas transnacionales o globales despojadas de vínculos territoriales, capaces de operar por encima de los Estados, sino más bien de entidades nacionales con proyección internacional al servicio de los Estados que las generan y apoyan para extender su poder más allá de sus fronteras. No estamos ante una dictadura mundial de los poderes económicos y financieros cuando estos son sostenidos por el Estado del cual dependen. Lejos de desaparecer los Estados tienen mayor capacidad de control e intervención sobre la economía como nunca antes la han tenido, lo que muestra claramente que su papel sigue siendo decisivo en el sostenimiento del capitalismo y en la promoción del imperialismo en todas sus formas. Todo ello corrobora que no hay capitalismo sin Estado, lo que le convierte en el enemigo número uno de los pueblos sin cuya destrucción no podrá construirse un mundo y un futuro diferentes.
LAS FALACIAS DE LA GLOBALIZACIÓN
Sin embargo, los hechos desmienten la imagen anterior y nos muestran una realidad bien distinta. En la actualidad el mayor poder económico es el Estado. Prueba de ello es que los Estados de capitalismo avanzado acaparan una media del 50% del PIB de sus respectivas economías. Así, el Estado español se apropia de un 44% del PIB, mientras que países como EE.UU. o los escandinavos se quedan con más del 70%. Además de esto el mayor empleador es el Estado como así lo demuestran los más de 3 millones de asalariados que tiene a su cargo el Estado español, lo que supone el 25% de la población activa, mientras que la empresa del capitalismo privado con mayor número de asalariados es El Corte Inglés con 120.000. Por otra parte el porcentaje del PIB que no domina el Estado está repartido entre miles de entidades financieras y empresariales de diferente tamaño, así como entre asalariados, lo que contrasta claramente con el 44% del Estado que cada año crece en torno al 1%, de manera que su poder no para de aumentar.
La economía, lejos de estar fuera de cualquier control está fuertemente regulada por la legislación del Estado, además de controlada y dirigida a través de su política fiscal. En el caso español existe una doble tributación, por un lado el IRPF y por otro las cotizaciones a la Seguridad Social, que constituye el grueso de los ingresos con los que el Estado financia sus instrumentos de dominación. Pero a ello hay que añadir los innumerables impuestos indirectos, como el IVA, las diferentes tasas y las sanciones económicas. Para extraer estos recursos el Estado cuenta con una inmensa burocracia que se encarga de supervisar el cumplimiento de la legislación fiscal, como ocurre, por ejemplo, con la Agencia Tributaria que dispone de un colosal cuerpo de inspectores distribuido por innumerables direcciones y subdirecciones generales.
Por otro lado el mercado está lejos de ser una realidad autorregulada y fuera de cualquier control al estar sometida a la supervisión, inspección y dirección de diferentes organismos estatales. En el caso español nos encontramos con la Comisión Nacional del Mercado de Valores que inspecciona y supervisa el mercado bursátil español. O la Comisión Nacional de la Competencia, creada por el franquismo en 1963, que controla todos los mercados en materia de fusiones, agrupaciones, cesiones de cartera, transformaciones, escisiones y otras operaciones entre empresas. Pero también está la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones que supervisa y controla todas las actividades de las aseguradoras, negocio que representa el 5,6% del PIB que, tras la aprobación del decreto ley 4/2013, pueden conceder créditos a empresas e invertir en fondos de capital de riesgo lo que ha significado la ampliación del sector financiero.
A nivel internacional la situación no varía mucho en la medida en que el mercado como tal no está fuera del control de los Estados, pues las transacciones comerciales y financieras que desarrolla el capitalismo privado dependen en lo esencial de las condiciones establecidas en los acuerdos alcanzados por los diferentes gobiernos. Frente a la imagen de una economía y unos mercados mundialmente integrados en los que bancos y transnacionales operan a su libre albedrío, sin restricciones de ningún tipo, los hechos demuestran una realidad bien distinta. Prueba de esto es que el comercio internacional en la actualidad es similar al que existía en 1910. Más aún, en 1900 las exportaciones constituían una media del 20,5% del PIB de las economías industriales,[1] lo que no se aleja mucho del 23,7% de media de los países de la OCDE en 2009.[2] Por otro lado hay que señalar que en 1991 el 81% de los capitales de inversión extranjera directa se situaron en países del norte como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Canadá.[3] La concentración de las inversiones en estos países y su progresiva disminución cuestiona la idea de una economía realmente globalizada y liberalizada. No hay más que comprobar que las exportaciones de EE.UU., Japón y UE representan el 12% ó menos del PIB.[4] Nos encontramos, entonces, con que las economías nacionales no están atravesadas por flujos transnacionales que las vinculen con una economía mundial integrada, lo que se debe fundamentalmente a la presencia de los Estados y sus respectivas legislaciones que impiden que las empresas multinacionales y los bancos operen tan libremente como se piensa. En el caso español es el Tesoro Público la institución que se encarga de elaborar y tramitar todas las disposiciones relativas a las entidades financieras y de crédito, a los mercados de valores, a los sistemas e instrumentos de pago, al régimen de sociedades cotizadas, y a los movimientos de capitales y transacciones económicas con el exterior. Esto explica que los mercados financieros, a pesar del alto grado de interconexión que han facilitado las tecnologías, estén tan integrados como lo estaban en 1900.[5]
Otro de los mitos que ha arraigado en el imaginario colectivo es el de las empresas multinacionales como entes globales que operan al margen y por encima de los Estados.[6] Sin embargo, el hecho de que estas empresas operen a través de las fronteras de distintos Estados no quiere decir que todos ellos tengan la misma importancia para las corporaciones, ni tampoco que carezcan de un centro de gravedad geográfico. Así pues, un estudio de las 100 más grandes corporaciones concluye que ninguna de ellas puede considerarse realmente global. Por el contrario acostumbran a estar más vinculadas a su lugar de origen donde desarrollan lo más importante de su actividad: gestión, investigación y desarrollo, ubicación de los principales activos, control, dirección, etc. Sirva como ejemplo que las multinacionales alemanas y japonesas desarrollan menos del 50% de sus actividades en el exterior. A esto hay que sumar que los Estados con un PIB elevado tienden a centrar su actividad económica dentro de sus fronteras, y con ello a producir bienes y servicios para su propio consumo. Más del 90% de la producción de las economías industrializadas está dirigida al mercado doméstico. De hecho los sectores económicos que apenas tienen relación con el comercio internacional son los que emplean a la mayor parte de la población. Todo esto demuestra que las empresas multinacionales son realmente empresas nacionales que operan a nivel internacional,[7] y que en última instancia constituyen una creación del Estado bien por medio de la privatización de empresas estatales, o bien con concesiones monopolistas. En España las principales empresas multinacionales fueron una creación del Estado a la sombra del cual crecieron, los casos más significativos son Ferrovial y el grupo ACS con las obras públicas de infraestructura, pero también El Corte Inglés o Inditex con contratos millonarios para vestir al ejército y a los cuerpos represivos. Pero también están las privatizaciones de Repsol, Telefónica y tantas otras empresas estatales que a día de hoy son multinacionales de gran envergadura.
Los hechos demuestran que la formación de empresas multinacionales sólo es posible con el apoyo de los gobiernos, gracias a los que consiguen una posición de privilegio con la que alcanzan una ventaja competitiva en el mercado interior y exterior. El Estado, para dotarse de la capacidad económica necesaria para el logro de sus intereses en la esfera internacional, favorece la creación de monopolios a nivel interno que posteriormente apoya directamente en su implantación en el exterior. Para esto último el Estado dispone de sus propias instituciones que en el caso español son el Instituto de Comercio Exterior y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo, dependientes del Ministerio de Economía, cuya principal labor es facilitar la penetración de las empresas españolas en los mercados internacionales. Esto ha dado lugar a la formación de una estructura económica internacional en la que las presiones exteriores están determinadas por la esfera doméstica de cada Estado, y por tanto por sus propias capacidades económicas, al mismo tiempo que el efecto de dichas presiones varía en función de la fortaleza de las instituciones de cada país. En un contexto de rivalidad entre Estados las empresas multinacionales son un instrumento para la adquisición de recursos en el exterior, pero sobre todo para la proyección del poder del Estado allende sus fronteras.
También está muy extendida la idea de que el sector financiero está completamente globalizado, y que por tanto escapa a cualquier tipo de regulación y de control estatal. Nada de esto es cierto en la medida en que a día de hoy, a causa de la crisis, los principales bancos han sido nacionalizados y son propiedad estatal. Este es el caso de los principales bancos americanos, pero también de los alemanes y españoles. Asimismo, es relativamente frecuente la existencia de entidades de crédito estatales como ocurre en España con las cajas de ahorro, así como organismos autónomos que se ocupan de financiar y obtener participaciones en infinidad de empresas del capitalismo privado. Esto es lo que ocurre con el Instituto de Crédito Oficial, agencia financiera creada por el franquismo en 1971, que opera como banco estatal.
Asimismo, la percepción de que la banca es la que controla los Estados al prestarles dinero es engañosa. La principal fuente de ingresos son los impuestos, pues como ya apuntó en su momento Norbert Elias el Estado se caracteriza por detentar el monopolio de la tributación y el de la violencia, de forma que ninguno de ellos tiene preeminencia sobre el otro en la medida en que se sostienen mutuamente.[8] La banca se limita a unir el monopolio militar al monopolio fiscal. Su función es adelantar dinero al Estado en espera de la contribución que él mismo recauda, lo que le permite separar el ritmo de sus gastos del cobro de tributos y gastar adelantándose a sus ingresos. La necesidad del Estado de conseguir préstamos con rapidez se debe a que hace más fácil costear la acción bélica. De esta forma la rapidez en la consecución de préstamos permite al Estado movilizarse con mayor celeridad que sus enemigos en caso de guerra.[9] Nada de esto evita que a largo plazo el Estado requiera alguna forma de tributación con la que costear los crecientes gastos que implica el mantenimiento de una fuerza militar permanente. La importancia de la banca ha aumentado en la misma medida en que los medios para preparar y hacer la guerra se han encarecido, de forma que la deuda contraída por el Estado está contratada con entidades financieras que en ocasiones dependen en lo esencial de otros Estados. Esto demuestra que los bancos son, en definitiva, un instrumento de poder de los Estados para la consecución de sus intereses en la esfera internacional, y por tanto un mecanismo de control y dominación sobre otros países además de una herramienta para financiar sus gastos para la guerra.
El sector financiero, a diferencia de lo que habitualmente se cree, está sometido a un importante control estatal a través de los bancos centrales, entidades que tienen un estatuto difícil de establecer con precisión pero que juegan un papel estratégico. Entre sus principales funciones está el diseño de la política financiera del Estado, la emisión de dinero fiduciario y el desempeño de labores de inspección, dirección y control de las entidades de crédito que operan en su jurisdicción. Juntamente con esto realizan las operaciones de cambio de divisas, además de gestionar las reservas oficiales lo que les confiere un poder decisivo dentro del sistema financiero nacional e internacional. Todo esto desmiente la idea de que los bancos operan libremente por encima de los Estados.
Por otra parte las privatizaciones de servicios que con anterioridad estaban a cargo exclusivo del Estado se ha considerado un debilitamiento del mismo, y a su vez uno de los rasgos definitorios de la globalización que pondría de manifiesto la integración de las economías y mercados nacionales en una realidad económica mundial dominada por multinacionales y bancos internacionales. Sin embargo, los hechos demuestran que las privatizaciones lejos de debilitar al Estado lo refuerzan en la medida en que obtiene ingresos de la venta de las empresas privatizadas, pero también los consigue de la actividad económica que desarrollan. Juntamente con esto las privatizaciones en determinadas áreas permiten al Estado deshacerse de una carga, pues es sabido que en muchos casos las empresas del capitalismo privado son más eficientes. Al mismo tiempo el Estado, a través de concesiones monopolísticas contribuye a crear grandes empresas que obtienen suculentos beneficios de los que el ente estatal extrae ingresos. Nada de esto significa que las empresas pasen a desempeñar funciones de gobierno, algo que permanece en manos del Estado al conservar su capacidad de imponer leyes y de asegurar su cumplimiento gracias al monopolio de la violencia. De este modo el Estado no sólo sirve al capital, sino que el capital sirve al Estado y, a su vez, el Estado se sirve del capital para el logro de sus fines.
La globalización plantea un debilitamiento del Estado en todos los sentidos, pero los hechos demuestran una realidad que contradice dicho discurso. Este supuesto adelgazamiento del Estado no se ve reflejado en un descenso, por ejemplo, del número de asalariados a su cargo. Prueba de esto es la innumerable cantidad de empresas, quizá más de 4.000, en las que la totalidad o la mayor parte de su capital es de titularidad del Estado español, ya sea a través de sus comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones, etc. El capitalismo estatal no juega en absoluto un papel marginal en la economía, y prueba de ello es la existencia de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), con presencia en sectores estratégicos como el militar o el de la información. Cuenta con una plantilla total de más de 80.000 trabajadores, y tiene participaciones directas minoritarias en 8 empresas e indirectas en más de 100 en sectores como el aeroespacial, las telecomunicaciones, la energía, etc. Tampoco son nada desdeñables las cuantiosas subvenciones que reciben multitud de empresas del capitalismo privado, lo que indirectamente las convierte en una herramienta del poder económico del Estado. Así pues, la idea de la existencia de unos poderes económicos y financieros de carácter transnacional que controlan los países queda claramente refutada por la irrebatible fuerza de los hechos.
Lejos de que la globalización sea un proceso verdaderamente mundial nos encontramos con que algunas partes del mundo han quedado excluidas: casi todo África, Sudamérica, Rusia, o todo Oriente Medio salvo Israel. Por tanto la globalización es un proceso limitado al hemisferio norte, y más concretamente a las economías centrales del capitalismo avanzado en las que se desarrolla la mayor parte de las inversiones exteriores directas, el comercio y los flujos de capitales. Un mundo realmente globalizado, y por ello integrado, significaría que los mercados y los poderes económicos en general desempeñan las funciones de gobierno, algo que no ocurre. Por su parte las organizaciones supranacionales sólo son fruto de la política de los Estados y no de los mercados. Son los gobiernos los que han dado origen a instituciones como el FMI, el BM, la UE, la OCDE, la OMC, etc. La cesión de parcelas de soberanía a algunas de estas organizaciones únicamente significa un modo diferente que tienen los Estados de participar en procesos decisorios en los que de otra manera no podrían intervenir. En última instancia estas organizaciones responden en su funcionamiento interno a los acuerdos y reglas fijadas por los propios Estados miembros, por lo que en ningún caso nos encontramos ante instituciones que desempeñen la función de un gobierno. Más bien reproducen la relación de fuerzas que existe en el sistema internacional de Estados, por lo que sus reglas y sus decisiones obedecen en su mayor parte a los intereses de la potencia o potencias dominantes.
La globalización no es tan global como se cree. Lejos de ser una realidad que abarca al conjunto del planeta es más bien un proyecto político occidental, y más concretamente la expresión de voluntad de poder del imperialismo estadounidense para la extensión de su poder al resto del mundo. La globalización resulta ser, entonces, una vía alternativa al uso de la fuerza militar para el logro de las ambiciones imperiales de aquella potencia a través de la penetración económica, financiera, empresarial, diplomática y cultural. No existen unos mercados y unas economías mundialmente integradas si no es de una manera parcial y limitada en algunas regiones del planeta, de forma que los poderes económicos no han llegado a desempeñar funciones de gobierno que todavía monopolizan los Estados. Los controles y regulaciones estatales son la regla general en la economía internacional lo que impide la formación de un mercado y una economía mundial. Tampoco puede hablarse de empresas transnacionales o globales despojadas de vínculos territoriales, capaces de operar por encima de los Estados, sino más bien de entidades nacionales con proyección internacional al servicio de los Estados que las generan y apoyan para extender su poder más allá de sus fronteras. No estamos ante una dictadura mundial de los poderes económicos y financieros cuando estos son sostenidos por el Estado del cual dependen. Lejos de desaparecer los Estados tienen mayor capacidad de control e intervención sobre la economía como nunca antes la han tenido, lo que muestra claramente que su papel sigue siendo decisivo en el sostenimiento del capitalismo y en la promoción del imperialismo en todas sus formas. Todo ello corrobora que no hay capitalismo sin Estado, lo que le convierte en el enemigo número uno de los pueblos sin cuya destrucción no podrá construirse un mundo y un futuro diferentes.
[1]
Wade, Robert, “Globalization and its Limits: Reports of the Death of
the National Economy are Grossly Exaggerated” en Suzanne Berger y Ronald
Dore (eds.), National Diversity and Global Capitalism, Nueva York, Cornell University Press, 1996, p. 62
[2] http://www.oecd-ilibrary.org/sites/factbook-2011-en/04/01/01/index.html?itemId=/content/chapter/factbook-2011-33-en Consultado el 28 de mayo de 2013
[3] Weiss, Linda, The Myth of the Powerless State: Governing the Economy in a Global Era, Cambridge, Polity Press, 1998, p. 186
[4] Ibídem, p. 176
[5] Waltz, Kenneth, “Globalization and American Power” en The National Interest, primavera 2000, p. 48
[6]
A finales de los años 60 Charles Kindleberger fue el primero en hablar
de corporaciones globales al margen de lealtades políticas a Estados
debido a su creciente movilidad. Pero en aquel momento sus observaciones
no eran más que un reflejo de la inquietud que generaba en los europeos
la expansión de las multinacionales estadounidenses. Kindleberger,
Charles, American Business Abroad, New Haven, Yale University
Press, 1969, pp. 207- 208, 182. Otros autores destacan más
recientemente, y en una línea similar a la planteada por Kindleberger,
la desaparición de las fronteras y consecuentemente de los Estados
nación por influjo de la acción de las transnacionales globales y de la
economía mundializada. Ohmae, Kenichi, El Mundo sin fronteras: poder y estrategia en la economía entrelazada, Madrid, McGraw Hill, 1991. Ohmae, Kenichi, The end of the nation state: the rise of regional economics,
Nueva York, The Free Press, 1995. En un sentido crítico aunque con el
mismo planteamiento de fondo está Martín, Hans-Peter y Harald Schumann, La trampa de la globalización, Madrid, Taurus, 1998
[7] Hu, Yao-Su, “Global or Stateless Corporations are National Firms with International Operations” en California Management Review, invierno 1992, pp. 107-126
[8] Elias, Norbert, Power and civility. The Civilizing Process, Nueva York, Pantheon, 1982, vol. 2, p. 104
[9] Tilly, Charles, Coerción, capital y los Estados europeos, 990-1990, Madrid, Alianza, 1992, pp. 134-135
Sé que este comentario no va a ser publicado, pero no me privo de mi compromiso con la verdad. Panfleto liberal, escrito por cipayos del liberalismo, de un farsante liberal que va de "ácrata" por la vida. ¿Qué poder tienen los estados para poner aranceles? ¿para defenderse de los ataques especulativos de las mafias oligarcas?. El capitalismo colapsó en los 70, desde entonces vive de guerras de latrocinio, de explotación, de burbujas financieras, de burbujas crediticias, y de expolición de lo de todos a manos privadas. Con una crisis de sobreproducción porque se siguió produciendo a crédito, por el desfase entre capital variable y constante, donde las rentas del trabajo cada vez eran menores en relación a las rentas del capital, y OJO en el capitalismo quién trabajo es la demanda, no los empresarios. Las empresas viven de subvenciones estatales y autonómicas, obtenidas vía impuestos a las en
ResponderEliminarSi quieres que te publique alguna otra estupidez, moléstate en poner un apodo.
EliminarPor supuesto, antes de los años 70 el capitalismo era algo estupendo y no había guerras en el mundo a no ser por culpa de las religiones, (las cruzadas y esas cosas).
También antes de los 70 "lo de todos" lo disfrutaba el pueblo en una constante fiesta de alegría, pena que no hubieras nacido entonces, nos lo pasábamos de escándalo.
A la demanda no la llegué yo a conocer, pero no me suena haber coincidido con ella en ninguna obra.
Perdona por decir tantas estupideces pero es que en mi país esto es normal, no estamos demasiado espabilados aun y yo tampoco soy de los más listos. Gracias por la aclaración y por el artículo, desde que he empezado a leer libros me entero mucho mejor de lo que dice, voy a dejar los porros definitivamente, me estaban haciendo demasiado daño, aunque el destrozo no creo que haya quien lo arregle ya.
EliminarHace dos años publiqué en Arrezafe un interesante artículo de Miquel Amorós, El Partido del Estado, que contradice, pero también confirma, algunos aspectos de lo que aquí se expone.
ResponderEliminar"El partido del Estado, en su etapa actual, no significa un obstáculo para la economía, antes al contrario, es el partido de la economía. Como dijo un significado experto, «sin el Estado no se puede hacer nada». Todavía tiene que dirigir el proceso globalizador, tal como demuestran los ascensos de Blair, Jospin, D’Alema... Todavía ha de realizar la tarea de su antagonista, a saber, la de desmantelar el Estado. Así pues, el partido del Estado se bate por su última tarea, la de preparar la transición hacia un orden mundial en el que ya no será necesario."
Salud!
Me quedo con los datos económicos, creo que son que más claro señalan quien está en lo cierto.
EliminarLas transnacionales son la no tan moderna forma de colonización de los estados, pensemos en como Reino Unido se convirtió en la primera potencia del mundo.
Salud!
Podríamos deducir que una multinacional crece en la medida que el Estado quiere que crezca al estar sujeta y controlada por éste.
ResponderEliminarLo que hace poderoso a un Estado es la técnica en general, cuando un empresario (del sećtor privado) descubre una técnica y funciona dentro del mercado como el imperio Inditex creado por Amancio Ortega, el Estado la controla y hace que trabaje para él, es decir para sus intereses.
Según Ellul el Estado es quien controla en mayor medida la técnica:
"Frente a esta multitud hay una elite, muy restringida, de hombres que conocen los secretos de su técnica (no de todas). Estos hombres están próximos al gobierno. El Estado se asienta sobre su habilidad y su preparación, y no sobre el «ciudadano medio»".
"El hombre medio no puede penetrar en absoluto en los secretos de esta organización, y, por tanto, no tiene ninguna influencia sobre el Estado"
Por supuesto, y el que lo dude que compruebe los datos económicos del propio estado.
EliminarSí,el Estado,es parte inseparable del resto de la aristocracia,ya que yo siempre pienso,que cuando otorga privilegios a unas empresas y a otras no y tiene "acuerdos políticos" para sellar "pactos de libre comercio"(qué chiste),es que,evidentemente,cumple una función y por lo tanto el neoliberalismo,en su forma "pura" no existe ni existirá jamás.De todas formas,aquí se dice que las cajas de ahorro son del Estado,y yo tengo entendido que fue el Estado el que se metió y las corrompió con la burbuja antes de ,,,privatizarlas mediante su adquisición por grandes bancos privados.En cuanto a esos bancos centrales,la Reserva Federal,el BCE,el BM,,,tengo entendido que son...bancos PRIVADOS.De hecho,en los documentos oficiales del primero,figura como banco privado,no como "reserva federal",al menos es lo que siempre denunció el activista y cineasta Aaron Russo.¿Que seguramente estén muy bien coordinados con el Estado y sus organismos?,por supuesto que sí y al final será lo de "tanto monta,monta tanto".En cuanto al tema impuestos,también tengo entendido que éstos sirven para pagar intereses por los préstamos que los bancos otorgan a los gobiernos y de ahí que haya quien diga que sería mejor una banca nacional,con poder para imprimir su propio dinero(cuentan que en Libia,solo había un banco nacional cuyos préstamos eran SIN INTERESES y que estaba fuera del control de los Rothschild).En cuanto a los bancos que se han "nacionalizado"...bueno,si por "nacionalizar" se entiende el "rescate",como en el caso de Banquia,(y de otros),sí,vale,pero yo es que a eso solo lo llamo "rescate"(tapar un agujero hecho ADREDE con dinero del erario público),y los propietarios de esas entidades,sean políticos o banqueros (o ambas cosas) no están para servir a los ciudadanos de a pie,sino todo lo contrario,con "control del Estado" o sin él (aunque igual haya gente que se crea que sin ese control estamos perdidos).Por último,señalar que una de las principales funciones del BCE y demás bancos privados centrales,es la de la creación de crisis,así como suena,mediante las subidas de intereses. https://www.youtube.com/watch?v=VzL9kSRGmRI
ResponderEliminarNo te pierdas en los detalles, el capitalismo favorece al estado, un estado moderno no es posible sin capitalismo y bancos, multinacionales, millonarios, etc. viven en el planeta en países bajo las leyes de estados, aun cuando formen parte de sus cúpulas.
EliminarSobre los dibujos, (capitalismo para tontos), estoy deseando ser mayor para trabajar en el banco europeo.
Estabilidad de precios quiere decir que el pan que vale hoy un euro, valga dentro de 40 años un euro y que yo que gano cien euros, siga ganándolos dentro de cuarenta años. Si existe inflación es porque existen parásitos y especuladores y porque existe el dinero, que sirve para que estos nos roben, y poco más.
Bien,y lo de las transnacionales,es,que tienen mano de obra esclava en la zona A,para que los productos los compren esclavos con más poder adquisitivo en la zona B,sacan materias primas de la zona Z a través de mano de obra esclava de ahí,para hacer su agosto en la zona Y,aparte de que son latifundustas mundiales,ya que las materias primas,las tierras (quitan tierras incluso comunales a los somalíes,por ejemplo,y luego no tienen qué comer)etc,son DE ELLOS.Mi pregunta es ¿qué pasaría si alguien en algún lugar da un golpe de estado,implanta democracia DIRECTA ,créditos SIN INTERESES,facilidades para la soberanía alimentaria,etc, y todo ello con la lealtad de una importante masa de la población?¿Es imposible que eso suceda?
ResponderEliminarLos que dan un golpe de estado no lo hacen para entregar el poder al pueblo.
EliminarSi alguna vez un pueblo, como en la revolución rusa, se volviese a levantar contra la tiranía, sería aplastado de inmediato y sus motivos serían ocultados y tergiversados por la propaganda oficial, (esa que no existe).
Lo que no significa, que no sea totalmente deseable y necesario.
Pero ¿Crees que un caso así,de alguien que da un golpe de estado POR VOCACIÓN AL PUEBLO nunca ha existido?¿Y que la mafia mundial se le haya echado encima?.A propósito de la banca,la cual me da igual llamarla "banca"o"estado",pues no hay nada más político que la economía,ahí va esta preciosa cita : «"Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron"». Thomas Jefferson.A esto hay que añadir,lo que estoy HARTA de constatar y transcribo mi comentario : Yo…continuamente escucho que “hay mucho chorizo”,que “España es un país de chorizos”,que “da vergüenza ser español o española”.ESO es lo único que los mass mierda nos han metido en la cabeza y ¡NO ES LA REALIDAD! amigos.La realidad,es que EL MISMO sistema económico es un chorizo,(intereses cuyo dinero no existe,obsolescencia programada,crecimiento infinito,envases no retornables,encarecimiento del dinero (cerrar el grifo),especulación (látigo duro de la esclavitud),dependencia de subvenciones,etc).Por otra parte…¿Habeis visto algún vídeo qué otro de lo asquerosamente bien que viven los europarlamentarios?¿Os habeis parado a pensar,que el hecho de que haya unos pocos personajes dueños del mundo que defienden su SUPREMACÍA implica choriceo y que entonces no es solo una cuestión española sino MUNDIAL,del orden mundial de ahora y siempre?¿Que lo de los chorizos españoles es solo una pantallita?
ResponderEliminarHa habido casos, pero como te digo del pueblo de forma espontánea, no de un iluminado que quiera "salvarlo" esos han llegado después y han destruido lo que se hubiera logrado, como el caso Ruso.
Eliminar(Me viene a la cabeza Espartaco o Makhno).
De todas formas, olvida lo bien que viven otros, creo que lo importante es como seamos capaces de vivir nosotros: No robes (a tus iguales), no consumas más de lo imprescindible, no uses subvenciones oficiales, ayuda a tus semejantes de forma desinteresada, y un largo etc. entonces la sociedad será diferente, porque nosotros somos la sociedad, mientras esperemos que un salvador nos guie para hacer lo evidente, estamos listos.
¿No llegó el comentario?.Resumo:Yo más que hablar de "ayudar",concepto un tanto abstracto,señalo la importancia de vivir y trabajar al margen del sistema,al margen de SU moneda,SU bolsa,SU idea de la "economía",SU división de la sociedad;de manera que todo eso se llevara a cabo con la unión de PYMEs y trabajadores.Aunque ya sé,que todo esto solo son palabras que nunca serán escuchadas y todo lo más que habrá serán manifas donde dejarse ahí la vida,la salud,la libertad y la verdad ante tanta desinfomación y criminalización.No somos listos y quien tiene un poquitín de dinero ya se cree de otra clase.Es lo que hay.
ResponderEliminarHay muchas teorías y muchas ideas que podrían funcionar mejor que esto que tenemos. No se podrá hacer a gran escala, pero es interesante probar dentro de lo que se pueda.
EliminarEl artículo es muy bueno, hay muchas cosas en las que estoy de acuerdo y otras en que no. brévemente:
ResponderEliminar- El que el Estado controle 40 o el 100% del PIB solo demuestra que sus oligarquías son más fuertes.
- El peso de los Estados, el peso de las Multinacionales... muestra como entes separados porque el estado tiene instituciones que lo regulan. A lo mejor es así en unos 10 países, no más, pero no en el resto de los 200 del planeta habida cuenta de lobbies y puertas giratorias. Ministros en empresas, empresarios en partidos, oligarquía y tecnocracia. Ejemplos mil: Rato, Lagarde, Putin.
- Las multinacionales son marcas, tiene sede y tributan y les da inmenso poder en su territorio. Pero esto es solo una ínfima parte. Están partidas en filiales, por todo el planeta, contratan fábricas, transportes que no son suyos y hacen los pagos en paraísos. Acaparan territorios enteros en áfrica o sudamérica mientras que solo disponen de un triste edificio en New york. Esto les da poder en el resto de territorios. Appel son 80.000 trabajadores que trabajan con la Foxconn en Taiwan, empresa, 400.000 empleados. No es apple, pero es poder en estado puro. Una visión muy parcial.
http://noticias.lainformacion.com/mundo/foxconn-la-fabrica-de-apple-en-la-que-los-trabajadores-se-suicidan_oidt8CTkyBlc0HDAhTYL15/
- Multinacionales controladas por los estados? paraisos fiscales y los grupos de presión lo desmienten.
- Bancos controlados por el Estado? XD Las maniobras de 2008 demuestran que no, recibieron el rescate y continúan dominando la economía. Las inversiones especulativas, superan en 4 las inversiones en economía real.
Buen artículo, da qué pensar.
Salud y autogestión!
Si los bancos son rescatados, será porque interesa a los estados, ¿no?
EliminarY las multinacionales, por mucho poder que tengan, están sujetas a leyes que hace algún estado, que si a la vez consiente que existan paraísos fiscales, es porque les interesa.
Por supuesto hay políticos en empresas y empresarios en política, es que el estado no es un ente abstracto sin forma, está formado por toda esa chusma y a algo se tiene que dedicar.
En fin, cuando menos da para hacer bastantes reflexiones, pero sobre todo alerta para impedir que pidamos más estado para defendernos de... ¿del capitalismo, los bancos, la opresión...?
Salud!
En el capitalismo el capital tiene que circular por el sistema con la mayor fluidez para generar los máximos beneficios posibles, por ese motivo el Estado, la Banca y las Multinacionales funcionan en una misma dirección y bajo un único objetivo y fin, por ese motivo también las oligarquías que las dirigen pueden ir de una institución a otra.
ResponderEliminarEl Estado es quien controla y dirige a las Multinacionales y a la Banca porque funciona como una empresa de empresas y como un banco de bancos y por ende la capacidad de gestionar los recursos a toda la sociedad,
Que es lo mismo que decir que el estado moderno no puede existir sin capitalismo, pero el capitalismo tampoco puede sobrevivir sin estados. Bancos y multinacionales existen gracias a los estados.
ResponderEliminarY algunos cuentistas cuentan el cuento del "neoliberalismo para quitar poder al estado,y resulta que han embaucado así a...bastante gente.Aunque yo no diría que el estado "controla" sino que gestiona,apoya y REPRESENTA a las transnacionales y la banca.Un ejemplo de lo que yo decía sobre vivir y trabajar al margen de SUS herramientas : http://joseppamies.wordpress.com/2014/08/18/saca-el-dinero-del-banco-y-ponlo-en-el-tejado/#comment-26516
ResponderEliminarPamies no es trigo limpio.
EliminarMargarita tampoco es trigo limpio
EliminarSalud y revolución social.
Oskar
Je,je,jeeee.Ya sé que no te gusta,pero quédate con lo importante.Ahí va otro ejemplo de vivir y trabajar al margen de SU sistema,esta vez explicado por un soberanista alimentario pro-medio rural de Palencia.Me quedo con esta frase :
ResponderEliminar"Es inviable,mandar alimentos todos los días a más de 4 millones de personas que viven en Madrid;es inviable económicamente,energéticamente...;no tiene ni pies ni cabeza y todo porque al ser humano LE HEMOS ALEJADO de donde se producen los alimentos"https://www.youtube.com/watch?v=SrdPkKsS6A8
¿Al margen de su sistema? Comprueba quien financia a este señor, comprueba quien paga las conferencias que daban en el vídeo. Es fácil por el logo que tiene tras él.
EliminarAlgo he oído,y no sé qué pensar.Seamos inteligentes y quedémonos con el mensaje,ya que,entre otras cosas,no entiendo que las transnacionales y demás corporaciones COMPREN A TODO EL MUNDO,incluso a quienes no les conoce ni Dios y viven en aldeas perdidas.¿qué sentido tiene?¿para qué gastarse el dinero en estas personas que no tienen repercusión mediática?.Claro que Jerónimo,no ha desmentido que le pagara Ashoka,aunque yo no le he visto en su lista de "emprendedores sociales";no le he visto ni a él,ni a Pamies ya de paso;sin embargo es verdad que no lo ha desmentido.De todas formas,esté o no comprado,no por eso su mensaje deja de ser cierto.No nos volvamos tan locos sospechando de todo el mundo.Si vamos a eso,también todos los políticos están dentro del sistema y no le medís a todos con la misma vara,¿no?.La diferencia es,que a mí me convence más lo que dice Jerónimo,que lo que me cuente Sabino Cuadra.
ResponderEliminarA los políticos yo personalmente y por lo que dices de que todos pertenecen/defienden al sistema si los meto en el mismo saco, aunque unos sean peores que otros como persona, eso es aparte.
EliminarMe refería al logo del ministerio que se ve en el vídeo, el gobierno no financia ni promociona a nadie que lo combata.
Por supuesto teniendo esto en cuenta se pueden sacar cosas positivas de lo que dice, pero sin dejar de entender que en el mejor caso, solo es una marioneta o un tonto útil.
Vale,un "tonto útil" que dice verdades muy útiles y que por lo menos es más útil que la inmensa mayoría de la gente,que se conforma con lo que hay y se deja manipular por la fuerza de la costumbre,el fútbol y las mentiras de la tele;que cree en el neoliberalismo PURO (¡¡ha,ha,ha,ha,haaa!!) y no tiene arrestos para unirse y comunicarse.¡¡¡Arriba Jerónimo Aguado que de tonto,NO TIENE UN PELO!!!.
ResponderEliminarNo se trata ya de si la gestión del Estado es "buena" o "mala" o mejor dicho más o menos constructiva o más o menos destructiva -según la totalidad de los campos en los que interfiera y afecte la existencia del sujeto-., es la dependencia que ejerce sobre sus súbditos a lo largo de sus vidas lo que lo convierte en nocivo, la sobre-socialización, la infantilización de los ciudadanos nos hace en mayor o menor medida seres inconscientes que impide autoconstruirnos y poder ser autónomos con una conciencia de la realidad propia y la vez colectiva.
ResponderEliminarEsto es muy importante entenderlo mientras duran las vacas gordas y aunque sea así durante varias generaciones: comodidad no es igual a felicidad.
EliminarLa creación de un único Estado mundial supranacional se está fraguando desde hace ya tiempo, la Unión Europea es sólo un ensayo, esto quiere decir que los gobiernos de los países ceden el poder de su soberanía a otros gobiernos supranacionales, y es en este punto cuando el Estado supranacional se fortalece más según los recursos y adquisiciones que las naciones puedan aportar a éste. En la fábula "Un mundo feliz" de Aldous Huxley ya se advierte sobre esta cuestión. La mundialización del Capital en todo el planeta cobra mayor sentido en este aspecto, por este motivo los grandes bancos y las multinacionales adquieren cada vez más poder dentro del mercado internacional pero siempre con el consentimiento del Estado supranacional que es quien rige e impone las normas y las leyes de dicho mercado, como en el modelo político del Estado actual no hay una separación clara de poderes, y si la hay se corrigen sobre la marcha podemos deducir entonces que tampoco existe conflicto en el Estado y el Capital, es decir Banca y Multinacional al seguir todos el mismo fin, la maximización de los beneficios que genera el Capital.
ResponderEliminarYo no creo que cada estado esté dispuesto a disolverse en un mega estado, creo que es más bien obra de uno solo, el que va ganando, aunque sea una lucha entre todos por conseguir ser ese super estado, vamos que es algo así como la modernización del espíritu imperialista de toda la vida.
EliminarHay una competitividad entre los países en la búsqueda por le eficiencia de la técnica para aumentar los beneficios,es decir, el Capital, pero esto no ha causado de momento conflictos graves sobretodo en Occidente desde la finalización de la 2 guerra mundial entre los Estados y el Capital-(Banca y Multinacionales como máximos representantes - la mayoría de la sociedad también sigue de alguna manera el mismo patrón y objetivo que es el máximo beneficio de Capital en el menor tiempo posible, trabajo asalariado. Una de las causas y motivos sobre la creación de un Estado supranacional por una oligarquía internacional sería la de evitar en la mayor medida de lo posible conflictos que pudieran surgir entre las naciones más potentes en el ámbito militar a fin de que no se produjeran conflictos bélicos importantes como una 3 guerra mundial, pero esto tampoco significa que los conflictos armados y las consecuencias que se derivan de éstos cesen a nivel internacional, porque de alguna manera también interesan para aumentar el poder la oligarquía internacional en al ámbito mundial.
ResponderEliminarIgualmente lo veo como algo accidental en la lucha por el poder de unos estados contra otros, y sigo viéndolo como una consecución de lo que siempre hemos tenido, pero evolucionado y adornado por una gran maraña propagandística que nos hace ahora más difícil entender la realidad.
EliminarPiedra, he acabado el artículo en mi pagina, es una dedicatoria también a Aldous Huxley: http://matapuces.blogspot.com.es/2014/08/hacia-un-mundo-feliz.html
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