Extracto del libro de Pedro García Olivo, que nos muestra como la pasividad que actualmente muestra gran parte de la sociedad ante los desmanes que el estado comete, se fragua principalmente en los primeros años del individuo, cuando se le adiestra en la sumisión a las normas y la aceptación del tipo de vida, antinatural, que le espera.
EL ENIGMA DE LA DOCILIDAD. SOBRE LA IMPLICACIÓN DE LA ESCUELA EN EL EXTERMINIO GLOBAL DE LA DISENSIÓN Y DE LA DIFERENCIA
(Preámbulo)
Buenas tardes... Cabe resumir en pocas palabras la tesis que quiero presentar hoy, ante vosotros, con la intención manifiesta de que no podáis suscribirla en muchos extremos y pasemos un rato agradable, discrepando y discutiendo:
1. Los regímenes liberales de Occidente avanzan, por caminos inéditos, hacia un modelo de gestión política y de organización social que, a falta de un término mejor, denominaría neofascismo o fascismo de nuevo cuño. Esta formación socio-política venidera, que estoy tentado de llamar también posdemocracia, se caracterizaría, de una parte, por una pavorosa docilidad de las poblaciones; y, de otra, por una progresiva e inquietante disolución de la “diferencia” (cultural, ideológica, existencial, subjetiva,...) en mera “diversidad” -distintas ‘versiones’ de Lo Mismo.
2. Compartiendo con los fascismos del pasado dos rasgos decisivos (la ausencia de crítica interna, de oposición, de resistencia de los individuos, en primer lugar; y la beligerancia exterior, el afán expansionista -anhelo de globalización, en nuestros días-, en segundo), la sociedad posdemocrática, el neofascismo del mañana, acaso ya de hoy, se especifica por otros dos caracteres, que lo señalan y distinguen como una novedad histórica: la despolitización acelerada de la ciudadanía, que da la espalda a la democracia como fórmula política sin enfrentarse tampoco a ella, tolerándola descreída y resignadamente; y la subrepción de las dinámicas autoritarias, la invisibilización de los procedimientos actuantes de coacción y dominio, rutilante tecnología de control social que consigue hacer de cada individuo un policía de sí mismo, el cómplice declarado de su propia coerción, instancia de autovigilancia y autodomesticación.
3. Considero, en fin, que la responsabilidad de la Escuela en este proceso de exterminio global de la disensión y de la diferencia es inmensa; que cabe entenderla como un agente privilegiado de neofascistización de la sociedad; y que, para desarrollar ese papel, para contribuir mejor a la hegemonía planetaria de un modelo socio-político terminal, ha desplegado una lógica de reforma, de reorganización, de re-adaptación, que, paradójicamente, se expresa hoy con nitidez en las experiencias supuestamente anticapitalistas de educación, en el vanguardismo metodológico de los profesores
contestatarios y en las iniciativas renovadoras alentadas por la Administración.
4. He dicho “modelo socio-político terminal” porque, en mi opinión (y este es el contexto general, el telón de fondo, de mis observaciones), estamos asistiendo contemporáneamente a los estertores del Capitalismo liberal, al lentísimo y definitivo
colapso de un Sistema que, después de globalizarse, de mundializarse, ya no tendrá en rigor nada que hacer y se entregará voluptuosamente a su propia autodestrucción, a su traumática autodemolición. “¿Qué hacía Dios mientras no hacía nada, antes de la Creación? ¿A qué dedicaba sus terribles ocios?”, se preguntaba Faure y ha recordado más tarde Cioran. “¿Qué hará el Capitalismo cuando ya no tenga nada que hacer, después de la Globalización?”, podemos preguntarnos nosotros... Pues bien, sostengo que se entretendrá en la socavación de sus propias bases, en el aniquilamiento de sus propias condiciones de reproducción. Y que en esa hora temible de la agonía de un Sistema solipsista, un sistema sustancialmente fracasado a pesar de su mundialización,
trance también de la zozobra de una Civilización, de su agotamiento (el ocaso de Occidente), no estará en absoluto descartada la posibilidad de la Catástrofe, de la Quiebra (ecológica o de otro tipo), de la Convulsión planetaria. Pero, ¿qué es, a fin de
cuentas, lo que tanto tememos de la Catástrofe? ¿Qué tememos nosotros, los occidentales, de la Catástrofe, cuando la mayor parte del Planeta vive ya, desde hace tiempo, por así decirlo, en el corazón de la Convulsión, en las entrañas de la Quiebra?
Con esta interrogante, visiblemente retórica, doy por concluido el esbozo de mi posicionamiento. Pretenderé, en adelante, desglosarlo y desarrollarlo punto por punto, pero siempre de un modo fragmentario, discontinuo, ojalá que impresionista, evitando deliberadamente los momentos de clausura, de cierre, de la argumentación, y feliz de suscitar vuestro desacuerdo, vuestra más acerada discrepancia...
Nacemos y desde pequeños nos meten las manos en el cerebro para que sepamos obedecer, ser unas buenas tuercas para el angranaje capitalista. Ser buenos ciudadanos, consumistas, individualistas, desclasados y vencidos... Auténticos zombis, seres nada, corderos fácilmente manipulables esa es la meta y el fin. Me leí el libro hace ya un tiempo... interesante sin duda.
ResponderEliminarSalud!
A pesar de todos sus esfuerzos, muchos les salimos rana, lo malo es que van perfeccionando los métodos.
EliminarSalud!
«Ningún colectivo como el de los funcionarios para ejemplificar esta suerte de docilidad sin convencimiento, docilidad exánime, animal, diría que meramente "alimenticia": escudándose en su sentido del deber, en la obediencia debida o en la ética profesional, estos hombres, a lo largo de la historia reciente, han mentido, secuestrado, torturado, asesinado,... Se ha hablado, a este respecto, de una "funcionarización de la violencia", de una "funcionarización de la ignominia"... Significativamente, estos "profesionales" que no retroceden ante la abyección, capaces de todo crimen, rara vez aparecen como fanáticos de una determinada ideología oficial, creyentes irretractables en la filantropía de su oficio o adoradores encendidos del Estado... Son, sólo, hombres que obedecen...
ResponderEliminarYo he podido comprobarlo en el dominio de la educación: se siguen las normas porque sí; se acepta la Institución sin pensarla (sin leer, valga el ejemplo, las críticas que ha merecido casi desde su nacimiento); se abraza el profesor al "sentido común docente" sin desconfiar de sus apriorismos, de sus callados presupuestos ideológicos; y, en general, se actúa del mismo modo que el resto de los "compañeros", evitando desmarques y desencuentros. Esta docilidad de los funcionarios se asemeja llamativamente a la de nuestros perros: el Estado los mantiene "bien" (comida, bebida, tiempo de suelta,...) y ellos, en pago, obedecen. Igual que nuestro perro, condiciona su fidelidad al trato que recibe y probablemente no nos considera el mejor amo del mundo, el funcionario no necesita creer que su Institución, el Estado y el Sistema participan de una incolumidad destellante: mientras se le dé buena vida, obedecerá ladino... Y encontramos, por doquier, funcionarios escépticos, antiautoritarios, críticos del Estado, anticapitalistas, anarquistas,..., obedeciendo todos los días a su Enemigo sólo porque éste les proporciona rancho y techo, limpia su rincón, los saca a pasear... Me parece que la docilidad de nuestros días, en general, y ya no sólo la "docilidad funcionaria", acusa esta índole perruna... » Pedro García Olivo.
https://arrezafe.blogspot.com.es/2012/11/sobre-la-impostura-de-los.html
Creo que lxs antisistema realmente coherentes están hoy día en la cárcel, perseguidxs o víctimas de una marginalidad equivalente al destierro.
Salud!
Yo soy un firme defensor del sabotaje; Tira la piedra y esconde la mano, pero procura que la piedra de a quien tu quieras, eso sobre todo. Así es más difícil terminar en la cárcel. ;-)
EliminarSalud!
La docilidad tiene tambien que ver con la cultura de las migajas que se ha impuesto. Los "individuos", como los perros o las vacas, se conforman con los restos de sus amos para sentirse bien. La cultura del espectáculo, del consumo, del circo continuo, la ¨seguridad¨ del trabajo aunque sea precario y mal pagado, hace que los gobiernos o estados o mafias que los gobiernan puedan delinquir, robar o masacrar a otras poblaciones o a la propia , sin que haya ninguna respuesta o necesidad de protestar (con la condición de que no le toque a ese mismo "Individuo" que sigue pidiendo los huesos del asado, y a veces ni así).
ResponderEliminarSaludos
Eso es parte de lo que se aprende desde pequeño y en parte se hace en la escuela, ya que los maestros, como funcionarios obedientes, son los primeros que no cuestionan y que enseñan, queriendo o sin querer a ser copiados.
EliminarSaludos.
Yo detrás de cada norma veo coerción, detrás de cada orden una amenaza. Nuestra sociedad no avanza movida por ideales, sino por intereses. ¿Qué mayor interés que una buena recompensa o evitar un castigo? Al desobediente se le castiga, y a veces también al obediente para que sepa lo que le puede pasar. Europa no es dócil, europa está alienada, y el alienamiento no es una condición interna, sino una condición externa impuesta por un ejército psicópatico, sea del tipo que sea. Por cierto, ellos simplemente aplican el mismo sistema de premios y castogos, asi que el verdugo es a su vez víctima.
ResponderEliminarSalud!
Por supuesto, pero esa coerción no se aplica necesariamente por la fuerza, eso es lo que se descubre al plantearse el porqué de instituciones como la escuela.
EliminarY por supuesto, el verdugo y también el mandatario están bajo sus propias leyes, aunque el poderoso pueda burlarlas no puede hacerlo abiertamente, imagina que el mismo "campechano" asesinase por la calle, eso (creo yo) no se consentiría.
Salud!