Copi-pega de Somnium Dei
Vacunas: amenazas, reacciones y silencios.
Siguiendo la recomendación de la asociación Ser y Actuar, me hago eco de la reciente noticia de la protesta masiva del pueblo italiano ante la intención gubernamental de implantar una gran campaña de vacunación obligatoria sin precedentes bajo todo tipo de amenazas y coacciones. Y aunque esta estrategia de vacunación “a lo grande” ya había sido cuidadosamente diseñada desde hace años, se ha producido una potente reacción popular en Italia, donde millones de personas han salido a las calles de las principales ciudades del país para protestar enérgicamente por esta medida que vulnera la libertad de los padres para decidir sobre la salud de sus hijos. Entretanto, la alianza entre los máximos poderes públicos y el imperio farmacéutico sigue adelante y planea instaurar estrategias de vacunación semejantes en los todos los países occidentales y, por extensión, en todo el mundo.
Y por cierto, pese a la magnitud del
evento, ustedes no habrán visto ni oído la más mínima referencia a estos
hechos en los medios de comunicación. Silencio absoluto. O sea,
simplemente, tales protestas no existen, porque hoy en día vivimos
inmersos en la realidad virtual del Gran Hermano que nos marca lo que existe y lo que no, o lo que debemos creer y lo que no. Para las actitudes realmente anti-sistema
se impone la censura total, a diferencia de las campañas diseñadas
desde lo más alto y difundidas a todas horas, las cuales a veces se
centran en desacreditar a todos los que disienten del paradigma oficial,
tachándolos de pseudocientíficos, gurús, estafadores o criminales…
Sea como fuere, y como ya he expuesto en
este blog a través de varios artículos, cada vez se van acumulando más y
más pruebas científicas y opiniones de expertos disidentes que alertan
no sólo de la ineficacia o inoperancia de las vacunas para “protegernos”
de las llamadas enfermedades infecciosas, sino de su grave
toxicidad, que puede comportar serios trastornos para la salud –sobre
todo en niños y personas mayores– y la muerte en muchos casos. Y luego
resulta que los médicos y sus familias no se vacunan
contra las epidemias. ¿Por qué será? Y si nos vamos al terreno
eugenésico, hace muy poco Chinda Brandolino, una científica argentina,
denunció abiertamente que la vacuna contra la rubeola es en realidad un
agente esterilizante. De hecho, la política de reducción de la población
mundial ejecutada por la OMS y otros organismos oficiales tiene entre
sus mecanismos más eficaces la implantación masiva de vacunas, y todo
ello con el apoyo de las principales ONGs.
En
fin, después de largas décadas de experiencia clínica con las vacunas, y
vistos sus resultados, hoy en día ya no podemos mantener la actitud
inocente de pensar que entre los científicos y las autoridades todavía
existe una cierta incompetencia o ignorancia ante los efectos adversos
de las vacunas (que son cuidadosamente tapados mientras que por otro
lado se omiten los múltiples factores higiénicos y sanitarios que han
ayudado a superar muchas enfermedades). Saben perfectamente qué son las
vacunas y para qué sirven. A estas alturas, está claro que estamos ante
una política intencionada de agresión consciente al ser humano. Desde
este punto de vista, la aplicación de vacunas es semejante a la
aplicación del veneno mortal AZT a los etiquetados de SIDA, y los
médicos profesionales y honestos ya no pueden mirar para otro lado.
Véase como ejemplo esta demoledora declaración de un médico estadounidense sobre la administración de fármacos mortales[1]:
“Si accidentalmente uno ingiere un veneno, la muerte es un accidente. Si se hace a propósito, es un suicidio. Si uno envenena a otro a propósito es un asesinato, a no ser que lo ordene un tribunal, en cuyo caso es ejecución. ¿Cómo se llama a esta clase de envenenamiento prescrito por el médico y voluntariamente tomado por un paciente asustado y desinformado? Al ser prescrito, no es un accidente. Como el paciente no desea morir, no es suicidio. Luego, a menos que un tribunal lo haya ordenado, estas muertes me parecen asesinatos. Todo médico debe saber que estos fármacos son, con toda evidencia, venenos mortales; el médico que no comprenda esto es incompetente o negligente.”
Robert G. Murray, doctor en Medicina
Por todo ello, ya es hora de salir del
silencio, la pasividad y la aquiescencia. Lo que se nos viene encima no
es para tomarlo a la ligera. Así pues, como responsables de nuestra
propia salud, tenemos derecho a informarnos de forma completa, imparcial
y veraz sobre las vacunas, desde todas las perspectivas, y luego actuar
en consecuencia.
Para más detalles sobre este asunto, incluyo aquí el enlace a la entrada original publicada a inicios de este mes en el blog de Ser y Actuar:
Fuente imágenes: Ser y Actuar / Wikimedia Commons
[1] Texto tomado del libro de J. García Blanca “El rapto de Higea”
Relacionado:https://elrobotpescador.com/2017/07/05/francia-hara-obligatoria-la-vacunacion-infantil-a-partir-de-2018/
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