Camellos de uniforme.

 Fragmento de la entrevista al ex miembro de la CNT, Manuel Santana Cabrera (“Manu”), el 7 de julio de 2008 en Los Giles, LPGC, realizada por Francisco González Tejera, integrada en sus trabajos de investigación sobre el genocidio fascista en las Islas Canarias.

“(…) No puedo olvidar como venían “Los maderos” descargando ellos mismos los fardos, acompañados de varios tíos de paisano, sacos llenos del polvo blanco en el almacén de Piletas que era de un picoleto. Desde allí comenzaba la distribución, a la casa llegaban los coches de los camellos y cargaban los portabultos de droga, desde allí se repartía pa toda la zona de Tamaraceite, Guanarteme, Schamann, El Buque Guerra, una parte de El Polvorín, Escaleritas, Las Rehoyas, etc. Todos sabíamos que “El caballo” lo metía el régimen, que aunque Franco hubiera muerto dos años antes, todo seguía igual compadre, igual que sigue ahora en el 2008, que tenían que parar como fuera a esa juventud luchadora, la misma que había heredado la conciencia política de quienes luchamos contra la dictadura. En menos de tres meses comenzamos a ver muertos vivientes por las calles, montón de muchachos decentes, que no pasaban de echarse un pizco o de fumarse un canuto de marihuana o hachis, a verlos tirados, robando a la gente del barrio, sin camisa, buscando follones con los vecinos. Fue terrible el efecto de esa droga, fue mortal como esta mierda de democracia siguiera los dictados de la CIA, lo mismo que hicieron en Latinoamérica, igual que hicieron en Euskadi, Galicia, Cataluña, Andalucía, Extremadura, los barrios de Madrid, en todo lugar donde temieran que la gente joven tomara el timón de la lucha para expulsar del poder a esos Reyes impuestos por un dictador fascista, a tantos políticos falangistas y sus herederos de aquellos años, los mismo de ahora te insisto, porque los que llevan el poder en España son todos herederos del franquismo más criminal. A los seis meses de ver como descargaban esos perros la droga mis hijos se engancharon, lo noté una noche que llegué de trabajar del muelle y me olió raro, fui a la habitación de Mari Carmen y allí estaban los dos fumando “jaco”. Casi los mato, pero pasaron de mi, Toni murió de sobredosis, apareció muerto en una ladera del Castillo de Mata, junto a las cuevas de San Antonio, María desapareció para siempre, no se donde coño pudo haber acabado, solo supe que ejercía la prostitución en El Lugo, la busqué, pero fue imposible, no la vi más. Así tantos jóvenes, tanta gente buena echada a perder por esos sicarios. Tantos años de lucha camarada, como nos la jugamos para intentar traer a España la verdadera libertad, para haber acabado de esta forma. Sigo pensando que el fascismo sigue vivo, que ahora tiene otros recursos, que por ahora no pega de nuevo tiros en la nuca, lo tiene mejor con las drogas y el paro…”