Según la constitución Española, aquello que firmaron en el 78 del derecho al trabajo, la vivienda y todo eso, las penas privativas de libertad, tendrán siempre carácter de reinserción y nunca de castigo. (1)

Pero lo que cuentan aquellos que han tenido la desgracia de pasar por la cárcel, no es eso precisamente.
En Españistán se practica la tortura encubierta, la administración de drogas y los trabajos forzados, siendo además evidente que en prisión solo terminan entrando los pobres, cosa que en la actualidad queda más que patente.

Este fue el caso de un preso común, encarcelado por robar bancos para repartir el dinero entre personas necesitadas. Se le apodó el Robin Hooh español: Amadeo Casellas, que tras mas de veinte años encarcelado, ocho más de los que debía haber estado, ofrece conferencias denunciando algunas de las prácticas ilegales e inhumanas que lleva a cabo el servicio penitenciario de Españistán.



Es sistema postfranquista no ofrece soluciones a los problemas de los más necesitados o de aquellos que exigen justicia para todos e igualdad de trato y de oportunidades. Al contrario los margina y los castiga, con la complicidad del resto de la sociedad que prefiere ignorar lo que pasa tras los muros que esconden a los malditos.
Si bien es cierto que se encarcela a personas "malas" que deben ser apartadas de la sociedad, también es cierto que la mayoría de estas, como mínimo dirigen el país y nuestros destinos y que las cárceles están también llenas de presos políticos y politizados, personas que no aceptan leyes y medidas injustas y que piden justicia allí donde no existe.
En un país y un mundo cada vez más injusto, el numero de nosotros que terminará torturado y encarcelado hasta que acepte las normas que la fuerza le impongan sera cada vez mayor.
(Y si no, siempre tenemos a los yankis para que nos lleven a Guantánamo).

(1)

Artículo 25.

1. Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en aquel momento.

2. Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este capítulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.