En mi pueblo, un pueblo pequeño de una provincia pequeña, a unas personas pequeñas les han prohibido jugar. En el parque arrancaron los columpios y a los niños no se les permite correr, ni gritar, ni jugar con otros niños. Se ha prohibido ser niño.
Los rostros ocultos evitan ver las sonrisas, pero ya nadie sonrie, ya no hay nada por lo que sonreir.
Pronto ya no habrá más niños; los
que haya habrán dejado de serlo o no lo habrán sido jamás y no habrá
más cantos, ni más juegos, ni más risas, solo habrá silencio y
obediencia.
Un día la verdad y la mentira se cruzaron.
-Buen día. Dijo la mentira.
-Buenos días. Contestó la verdad.
-Hermoso día. Dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
-Hermoso día. Dijo entonces la verdad.
-Aún mas hermoso está el lago. Dijo la mentira.
Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió.
Corrió la mentira hacia el agua y dijo…
-El agua está aun mas hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira.
Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas.
Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue.
La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira, comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla.
Es así como aun hoy en día se prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo.»
Más temprano que tarde, la verdad saldrá del pozo.
Estamos en occidente y en el siglo XXI, no hay excusa posible para las personas adultas que son cómplices del genocidio mundial al que estamos siendo sometidos.